¡Ya tenemos ganador de nuestro Concurso de Relatos Éróticos llevado a cabo junto a las revistas Diez Minutos y Qué Me Dices!

La Primera Edición del Concurso de Relatos Eróticos «Muerde la manzana», que organizamos junto a las prestigiosas revistas, terminó con gran éxito de participación y nivel gracias a los casi 100 relatos recibidos. Elegir al ganador no fué fácil, nos costó decidirnos por uno solo, pero finalmente la ganadora ha sido Francine J.C. y su relato » Sueño Cumplido». ¡No vemos el momento de que llegue la Segunda Edición!

 

» Estoy cansada de ver como otras parejas se enrollan, se divierten y disfrutan de sus cuerpos. Los observo con envidia como una voyeur, oculta bajo el amparo de las sombras que me proporcionan los visillos de mi ventana. En la parte trasera de mi urbanización hay un descampado donde se producen encuentros sexuales a diario. Deseo con todas mis fuerzas ser una de esas chicas, vivir la experiencia, estar con uno de esos desconocidos.

Al llegar a casa me tiemblan las manos, casi no atino ni a meter la llave en la cerradura. Hoy he tomado una decisión al acabar mi jornada laboral y estoy nerviosa por lo que estoy a punto de hacer. Mi marido está de viaje y temo que pueda descubrirme. Tras darme una ducha y ponerme una copa de vino, consigo calmarme un poco. Me siento delante del ordenador e introduzco mis datos en una famosa página de citas. He puesto una foto sugerente y espero haber acertado. Al instante salta un correo y me sobresalto, pero me relajo en cuanto veo que se trata de la propia página que me da la bienvenida. Segundos después comienzan a entrar mensajes. Hago clic en los chats y observo perpleja sus comentarios. Obscenidades en la mayoría de los casos. Sin embargo, noto que cuanto más leo más sube mi temperatura corporal. ¡Y no me extraña! Desde que se marchó mi esposo a Inglaterra, sabe Dios cuanto hace ya de eso, el único contacto sexual que he tenido ha sido con el Satisfyer. Me decido a entablar conversación con uno de ellos, el más lanzado, el que va al grano y que se entiende lo que escribe. Lo siento, pero es que hay algunos comentarios que parecen auténticos jeroglíficos con tanta abreviatura, iniciales y anglicismos. Acepto su propuesta y me indica el lugar y la hora. Echo un vistazo rápido a las críticas de otras usuarias sobre él y todas son buenas. Perfecto. Me arreglo, me pongo mi vestido más sexy y me bebo otra copa de vino antes de salir.

El Uber ya me espera en la puerta. Le doy las señas al conductor y me lleva al pub. Solo con imaginar lo que me espera, ya se me están licuando las entrañas. Tengo que juntar las piernas y apretar con fuerza porque parece que mi clítoris se me va a salir del sitio y aparecer al encuentro antes que yo. Al llegar a mi destino, cojo aire y entro con decisión en el bar. En cuanto pongo un pie dentro lo veo. Lleva la camiseta blanca con el estampado de Queen en el pecho como me había indicado. No me lo puedo creer, ¡está buenísimo! Es aún más guapo que en la foto de la aplicación. No pierdo ni un segundo, me planto ante ese adonis y tomo la iniciativa.

—No digas nada, no hace falta —le susurro al oído.

Tomo su mano y lo guio hacia los baños. Para más morbo, entro en el de los hombres. Pasamos al interior de uno de los cubículos ante la atónita mirada de un par de jóvenes que están en los urinarios. Una vez dentro, oímos sus carcajadas y nos animan a que nos lo pasemos bien. Me rio de puros nervios. Mi cita me observa con una sonrisilla ladina antes de apoderarse de mis labios. Su lengua es puro fuego dentro de mi boca; suave, poderosa y ardiente a la vez. Es tal mi excitación que estoy a punto de correrme en cuanto mete los dedos por el borde mi escote y roza mis pezones. Le desabrocho el primer botón del pantalón vaquero y la punta de su miembro asoma por encima del bóxer. Sin duda promete ser un amante bien dotado. Deslizo mi mano, agarro su gordo y pesado miembro masculino y lo acaricio de arriba a abajo hasta que consigo arrancarle un gemido. Con un movimiento repentino, me hace girar y me indica que me apoye en la pared. Obedezco, sé lo que se avecina y estoy deseándolo. Tiemblo de anticipación. Sube mi falda y me baja el tanga de un tirón. Cuando ya creía que no me iba a penetrar nunca, lo hace de una sola estocada ya enfundado en un preservativo. Jadeo complacida. Me aferro a las baldosas para no caerme, mis piernas apenas me sostienen. Oleadas de placer recorren mi cuerpo con cada una de sus intensas arremetidas. Toco el cielo cuando el orgasmo más potente que he experimentado en mi vida estalla desde el mismo centro de mi femineidad. Me derrumbo como una muñeca de trapo y él, tras una última embestida para alcanzar su propio placer, me acoge entre sus brazos y nos deslizamos hasta sentarnos en el suelo.

—Quiero que sepas que jamás me había ocurrido nada similar. Nunca he conocido a una chica con una fuerza y confianza como la tuya. Ha sido increíble —confiesa mi compañero entre resuellos—. Sé que me has dicho que no hace falta que diga nada, pero me gustaría presentarme. Me llamo Elder —me tiende la mano.

Tras su presentación soy consciente de que este hombre no es mi cita. Tras la estupefacción inicial, reacciono y le estrecho la mano. Mi forma de actuar junto a sus palabras, hacen que me sienta empoderada, sensual y muy deseada, que era justo lo que quería. ¡Lo he hecho! Me he atrevido y me he dejado llevar por mis instintos más primitivos sin pensar en las consecuencias. Además, ¿para qué arrepentirse de lo que tanto he disfrutado?

—Yo soy Lucía. Un enorme placer haberte conocido —respondo con tono insinuante mientras deslizo mis largas uñas por su torso.

Veo en el brillo de su mirada que promete mucho más de lo que me acaba de ofrecer. Y yo, más decidida que nunca, estoy dispuesta a aceptar el reto.»

 

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