Esa voz que me susurraba, ronca por el deseo, y que me hacía temblar… me decía que íbamos a quedar el viernes para comer. Me pedía que acudiera a nuestro encuentro con falda y sin ropa interior y pensé: “¿Y para qué sin ropa interior, si solo vamos a comer juntos?” Averigüé algunos sitios donde comer por los alrededores de donde habíamos quedado en Méndez Álvaro y salí de la oficina toda sonriente y excitada por nuestro encuentro.

Nada más llegar, me sonó el teléfono y me preguntó dónde estaba, porque él estaba llegando, asomé mi cabeza por la ventanilla del coche y le vi detrás de mí. Buscamos aparcamiento, que no aparecía porque no se puede aparcar en toda la zona. Dimos muchas vueltas y parados ante un semáforo me vuelve a sonar el móvil y me dice que quiere aparcar para hacer lo que me había dicho que haría… besarme. Justo en ese momento, a la derecha había un aparcamiento junto a unos árboles que daban bastante sombra. Nos metimos y antes de parar yo el motor de mi coche, ya se había bajado él del suyo y había metido su cabeza por mi ventanilla y me estaba besando hasta dejarme sin respiración. Entró en mi coche, en el asiento del copiloto, se sentó y lo primero que hizo mientras continuaba besándome fue meter su mano por entre mi falda y llevar sus dedos a mi rajita empapada.

—No has hecho lo que te pedí que hicieras — me decía entre besos.

—Ummm, el qué —susurraba yo mientras sus dedos frotaban mi clítoris.

—Venir sin ropa interior —sus dedos comenzaban a follarme, uffff.

—Joooo solo veníamos a comer.

—No vamos a comer… vamos a “comernos”.

—Ummm ¿cómo?

—Pasamos de restaurante y nos vamos a un hotel, decide tú a cual vamos.

Mi mano desabrochaba su vaquero mientras él bajaba su cabeza y mordisqueaba mis pezones, uno… otro… Yo agarraba su sexo y pasaba un dedo por la punta humedecida de su pene. De repente me paró, venía gente.

—¿Donde nos vamos? —me preguntaba él con tono desesperado.

—¿Tiramos hacia Atocha o Palos de la Frontera, que por allí hay muchos hostales?

—Ok, aparco mi coche en el parking de El Corte Inglés y nos vamos en el tuyo.

Mientras yo iba conduciendo, él iba metiéndome la mano, pellizcando mis pezones, quería verlos marcados en mi camiseta, nos íbamos besando y acariciando en las paradas de los semáforos, y al llegar a Atocha nos dirigimos al primer hostal que encontramos.

—Ring… ring… (En el telefonillo del portal de la calle)

—¿Sí?

—Queríamos una habitación.

—¿Para esta noche?

—Para hoy.

—¿Para esta tarde?

—Para ahora mismo.

La puerta se abrió inmediatamente y al salir del ascensor, la puerta del hostal estaba abierta, un hombre agradable nos pidió que le acompañáramos sin más dilación y nos llevó a la habitación nº 4, donde nos entregó la llave y nos dejó con la puerta cerrada.

Él cerró con llave y dándose la vuelta comenzamos a besarnos con ganas, intensamente… él me desnudaba a mí, yo a él y le susurré, “…déjame darme una duchita muy rápida, por favor…” y me metí en la ducha, mientras él descorría las cortinas y me continuaba besando. Terminé deprisa, me sequé y al regresar a la habitación me cogió entre sus brazos y me tumbó sobre la cama. Ummm, sus besos por todo mi cuerpo… su boca sobre mi sexo… su lengua empapando mi ya empapada raja… sus dedos invadiendo mi ano…

Yo estaba ansiosa por correrme, quería llegar al orgasmo lo antes posible para que a continuación él me follara hasta que yo gritara que parara, pero tras llegar al orgasmo (orgasmo que me costó conseguir) empecé a chupársela con ganas. Me puse delante de él, me arrodillé entre sus piernas, y comencé a metérmela en la boca a la vez que mi mano subía y bajaba y un dedo de la otra mano se lo metía en el ano, follándole cada vez más deprisa, al mismo ritmo que su polla follaba mi boca. Yo notaba como su anillo anal oprimía mi dedo y éste cada vez entraba más adentro. Me pedía que se la llenara de saliva pero yo no podía, tenía la boca seca. Él me ayudaba a lubricar mi mano y tras un momento me avisó que se corría. Acerqué mi boca y me la llenó de su leche caliente que yo bebí, pero había más… me saltó a la cara, a su cintura, sus muslos, mis manos… todo se llenó de su semen. Él no abría sus ojos mientras yo continuaba subiendo y bajando mi mano suavemente y lamía su polla, pensé que se había quedado dormido, pero de repente me dice “… continúa chupándomela…”

Así lo hice, su polla no había bajado ni un milímetro y continuaba igual de dura tras su orgasmo, yo continuaba masturbándole como si no se hubiera corrido anteriormente y tuvo un nuevo orgasmo que volvió a llenarnos a los dos.

Tras ese momento, tuvimos que ir los dos a la ducha nuevamente y, al salir, su teléfono sonó para avisarle que tenía que marcharse rápidamente… (“Joder, me he quedado sin follar, con lo que me apetecía a mí, y me he quedado con ganas de más… con ganas de seguir… puafff”)

Nos vestimos, pagamos la habitación y nos marchamos… Ésta vez nos dirigimos hacía un restaurante dónde recuperamos fuerzas antes de separarnos…

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