Malena acudía a la fiesta sin demasiadas expectativas. “Lo de siempre, corbatas y lentejuelas, postureo estándar” se dijo. Decidió ponerse medias, que no pantis, vestido negro, labios rojos y tacones.

En la mesa nadie llamó especialmente su atención; sólo un chico, no era atractivo, pero observó sus manos grandes, fuertes, su reloj y lo que parecía un tatuaje bajo su camisa. Las manos eran para Malena su fetiche, la hacían excitarse, quirofilia lo llamaba su psicólogo. Entonces ella sintió que él la miraba intensamente, no apartaba su ojos de ella, se sentía intimidada pero,…

Tras los postres, Malena pedía una copa en la barra del bar.

“Hola, encanto” la saludó Fernando. Malena se giró, sintió esa energía intensa cuando conectas sexualmente con alguien. Por primera vez decidió ponérselo fácil a un tío, olvidar sus modales y llorar, pero por placer. Él se acercó más, sobrepasó el espacio vital que te hace sentir seguro. Entonces Malena lo miró y sonrió, “¿Cómo empezamos esto?” “Bien, veo que no te gusta perder el tiempo, eh… serás mi puta esta noche, solo podré follarte yo, por lo menos hoy” “¿No crees que empiezas un poco fuerte? No me conoces de nada” Fernando observó su reacción, “¿estás nerviosa?” “en absoluto” mintió Malena

Fernando se acercó detrás de ella rozando su sexo contra su culo. Ella lo sintió pero decidió no apartarse. Había mucha gente a su alrededor, bailando, bebiendo, riendo,… Malena los observaba, se sonrojaba, sentía como Fernando le subía ligeramente el vestido, comenzó acariciando sus caderas hasta llegar a la zona más íntima de sus muslos. El calor era intenso, Malena no estaba segura de poder controlar la situación; quería seguir. Su mano cerca de su vulva; la acariciaba por encima del tanga. “Te gusta sentir mis manos en ti, encanto” le susurró al oído. Continuó, introdujo uno de sus dedos en la vagina de Malena. “Sí, me gusta verte gozar, darte placer,…” le dijo suavemente al oído. “Eres mi zorra, disfrutarás para mí. Quiero que me supliques que me quede” Fernando retiró entonces rápidamente su mano. El camarero llegó con las copas.

Fernando la miraba fijamente, Malena caminaba tímida hacia él. De pie, junto a la cama de la habitación 1015 del hotel, le ordenó que se arrodillara frente a él. El cuerpo le temblaba, sentía que iba a explotar, estaba ansiosa por recibir el placer que Fernando le había prometido. Decidió dejarse llevar por él.

Le encantaba su falo, su sabor, su forma, el placer que le proporcionaba. Fernando se la acercó a los labios y ella comenzó rozando el glande con la punta de la lengua, despacio, sintiendo como el calor comenzaba a invadir todo su cuerpo. Despacio comenzó a introducírsela en la boca y… “mmmmmmm….” esa cara de placer que a Malena tanta satisfacción le daba. Fernando la observaba, esa forma que Malena tenía de lamerle… cuando se apartaba, podía ver el escote de su camisa, pechos cubiertos de lencería negra.

“Encanto, lo haces muy bien… ¡¡no pares, venga!! ¡¡Zorra!! Sigue” le ordenó Fernando.

Malena sabía que no era la única pero estaba segura que era la que mejor se la chupaba, eso la hacía diferente al resto y le hacía sentir mucho poder. Continuó, metió aún más su falo en la boca, dentro, fuera, a buen ritmo. Entonces él gimió y apretó su cabeza fuerte hacia él, cada vez estaba más ardiente y la vagina de Malena cada vez más húmeda. Más fuerte, más fuerte la atraía hacia él. Ella se ahogaba pero su sexo le pedía más… cuando miraba hacia arriba, la cara de placer de Fernando la hacía estremecerse. Era suyo el poder de satisfacerlo.

Entonces Fernando la giró, de espaldas contra la pared, apretando muy fuerte contra su cuerpo, le separó las piernas, le quitó el tanga y se abrió paso en el interior de Malena. Dejó un rato su falo dentro mientras movía las caderas en círculos y con la otra mano agarraba uno de sus pechos. Fernando apretaba, ella lo sentía dentro, él empujaba, más, más, más fuerte, seguro de sí mismo. Malena gemía, “cabrón, sigue así, más dentro, ¡¡¡¡así!!!” gritaba, le pedía que continuara, con ese ritmo, con esa seguridad, con esa fuerza y entonces… Fernando notó los espasmos de la vagina de Malena. “Así me gusta, encanto”, dijo Fernando con sonrisa pícara. Entonces sacó su pene rápidamente y se corrió encima del culo de Malena; comenzaba a adorar ese culo…

Relato participante en la II Edición del Concurso de Relatos Eróticos «Muerde la Manzana»

 

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