¿Sumisa? –

Cuando conocí a Javier (otro Javier) me pidió que, por favor, no escribiera sobre nuestra historia. Él quiere ser mi Amo, él es Mi Amo y en las primeras conversaciones se lo dejé muy claro todo y él a mi también.

Javier está casado y no quiere dejar de estarlo, muy loable por su parte.  Yo, tampoco pretendo cambiar de estado porque estoy muy bien como estoy. Como todo esto es contradictorio con el tema Amo/sumisa, desde el principio aclaré que no iba a ser mujer de un solo hombre y, menos, de un hombre casado. Si no puedes ofrecer algo, tampoco lo puedes pedir… ¿Fidelidad? ¿Qué es esa palabra?

Es mi primer contacto con el mundo Amo/sumisa, dominación, bdsm… como queráis llamarlo y, como para todo en esta vida, hay que buscar que las primeras experiencias sean buenas, bonitas y con alguien que transmita toda la confianza que necesites.

Nuestra primera cita fué para quedar a cenar, me quería invitar a cenar… todo un caballero. Ese día se complicó todo un poco y parecía que no íbamos a poder vernos, pero al final, todo se solucionó, pasando por la proposición de pasarme a recoger por mi casa en su coche, porque yo me había quedado tirada con el mío, a lo que tuve que decirle claramente que, sin conocernos, no me subiría en su coche. Detalle que entendió perfectamente antes de que se lo explicara… Lo que hizo que fuera ganando puntos en eso de la confianza…

Me puse muy sexy, todo lo que pude, con tacones, aun sabiendo que iba a ser más alta que él… cosa que no me gusta mucho, la verdad… pero siempre hay excepciones. Después me diría que el paseo hacia él, contoneándome, le había gustado sobremanera… ”me encantan tus patorras…” me diría más tarde.

No estoy acostumbrada a los caballeros, tengo que reconocerlo, y tuve una cagada monumental cuando no entendí que se acercaba a mí para colocarme en la silla para cenar… cuando me di cuenta… era tarde.

Así es como me gustan las primeras citas… frente a frente, compartiendo mesa, vino, decisiones… ¿qué prefieres, carne o pescado? ¿Compartimos algo de comer?… Me debe  salir la vena romántica de vez en cuando ¡qué le vamos a hacer! Javier tiene los ojos claros, una barba abundante y larga, pelo relativamente largo, que se mesa muy a menudo, y una cara de duendecillo juguetón que me despierta ternura y mi lado más travieso.

Me habla de su mujer, de sus gustos, de que le gusto y que por eso esta tan nervioso… Casi no prueba bocado… Me como yo mi cena y la suya, no tengo remedio jajajaaj. Me gusta comer casi tanto o más que el sexo. La conversación fue subiendo de tono y en la mesa de al lado se iban haciendo silencios extraños… Se estaban enterando de todo. ¡Qué gente mas cotilla! Escandalizar es una de mis partes favoritas, también. Así que, después de tomarnos también una copa después de cenar, allí mismo, Javier me pidió que fuera al baño y me quitara las bragas para dárselas después a él en cuanto llegara a la mesa. Me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo y me excité muchísimo… ¡¡Mi primera orden!! Además, llevaba un vestido muy corto… tanto que el culo se me quedaba pegado en la silla, así que sin tanga… No me lo pensé, fui al baño, bajé mi tanga, lo arrebujé en mi mano y cuando llegué a la mesa se lo entregué en la mano para que él la guardara en su bolsillo. “¿Nos vamos?”

Al salir, hizo que entrara entre dos coches del aparcamiento para besarme y meter la mano entre mis piernas, libres de tela… ufff… Su barba cosquilleando en mi cara y su mano jugueteando y sobándome luego el culo… mmmm. Y cualquiera nos podía ver, además.

Buscamos un hotel porque decidimos pasar la noche juntos… Su mujer estaba de viaje. Así que al rato nos vimos en una habitación, deseosos de nuestros cuerpos. Comencé a quitarme abalorios, tranquila y pausadamente… El reloj, los pendientes, el collar, me bajé de los tacones y me quité el vestido mientras él también se despojaba de sus prendas sin quitarme un ojo de encima… Notaba que le excitaba ver mis movimientos, calmados, desnudándome…

Túmbate, me dijo, mientras señalaba la cama con su mirada. Me besó, me sobó y abrió mis piernas de par en par con sus manos para bucear segundos después entre ellas… Mmmmm… Su lengua, su barba, su respiración… todo era excitante para mi coño chorreante de deseo y ahora ya, de placer. Subió a besarme con todo mi sabor mientras cerraba las piernas… Su mano, rápida, las abrió y de su boca salió un: “¡¡Tus piernas siempre abiertas para tu Amo… ya aprenderás!!” Segunda orden de la noche… ¡me gusta!

Llegó el momento de descubrir su polla, de meterla en mi boca, de saborearla, de testar su dureza y me lo ordenó… ¡chúpamela! Y yo, obediente, lo hice, notando su excitación y placer al hacerlo… Lo disfrutaba mucho y él aprovechaba para cogerme del pelo y separarlo de mi cara para que él pudiera ver el espectáculo de mi boca en su polla.

No sabía de sus gustos y permanecía expectante, porque no sabía muy bien a qué atenerme, pero todo fue a ritmo… Volvió a bajar a mi coño y llegué al orgasmo con su lengua y con su nariz respirándome ahí abajo, paciente, esperando el momento justo. Después me venció el sueño… Había tenido una semana muy dura y el placer hizo recogerme para entregarme a Morfeo.

Supongo que habrían pasado un par de horas… completamente desnuda y boca abajo en la cama, me desperté con su polla en mi orificio anal, él encima y su barba en mi espalda… Seguía húmeda de antes, tuve un despertar que muchos días desearía tener, la verdad. Gemí de placer para que se diera cuenta que había despertado y me retorcí magreándome contra su polla, dura, deseándola en mí. “Hola zorra, date la vuelta” y comenzó otro espectacular cunnilingus que culminó en un gran placer. Mmmm… Metí mi cabeza en su brazo para apoyarme en el hombro y volví a quedarme dormida.

Cuando el día se presentó en la ventana, desperté de nuevo… Él ya lo estaba y me di la vuelta… cuando se percató, se tumbó sobre mí y asomó su polla a la entrada de mi coño, moviéndola con su mano y haciendo amago de follarme… Ufff, cómo me pone eso, ¡y recién despierta! Me chupaba los pezones y daba pequeños mordisquitos y pellizcos, que me encantaban. Me estaba poniendo a mil pero por un momento pensé que él no se había desfogado todavía y fui a por su placer. Se tumbó boca arriba y comencé a chuparla con todo mi deseo para después pajearlo hasta que conseguí toda su leche en mi cara… creo que le encantó.

Si os habéis dado cuenta, no hubo penetración… jugamos, disfrutamos… pero no me folló… Mmmm….

“¿Tienes hambre? ¿Vamos a desayunar? Venga, vamos a pegarnos una ducha…” Él primero y yo después… me duché y me vestí frente a él…  “Tan excitante es ver a una mujer desnudarse como vestirse”, me dijo mientras yo le sonreía. Al terminar de vestirme, le pedí, por favor, que me diera mi tanga para salir a la calle. “Uy, es verdad, está en mi bolsillo.”

Bajamos al hotel y desayunamos mientras manteníamos una bonita conversación sobre lo que había ocurrido y sobre lo que podría ocurrir a partir de entonces. Para Javier tan importantes son la noche de lujuria, como el antes y el después y, en ese momento, disfrutábamos de un buen desayuno y le encantaría, tal y como me lo hizo saber, dar un buen paseo conmigo por la ciudad, con calma… respirando el aire de la mañana. Con mi móvil hice una foto del momento, puse mi ojo en los árboles otoñales que teníamos junto a la terraza en la que estábamos, una farola y un tejado de pizarra… queda inmortalizado para recordar. Mi mente me traerá a ese momento en cuanto vea de nuevo la foto.

He de confesar que cuando volvía a casa, por un momento, tomé la decisión de no volver a ver a Javier… y sé que esto lo va a leer… pero es lo que pensé en ese momento y él sabe que escribo lo que pienso. ¿Tengo necesidad de meterme en estos líos? Pues no, no la tengo… ¡¡pero es que mola tanto!!… Mi impresión es que va a cuidar de mí mientras me ofrece encontrar otros placeres ocultos del sexo que todavía no conozco y como estoy en “modo” descubrimiento, me apetece que sea con él.

A partir de la primera cita y después de madurar la decisión de seguir o no en esta aventura un par de días más… Mi Amo siguió avanzando poco a poco, cada día me pide un poco más, sin prisa… a mi ritmo. Eso me gusta y lo voy a seguir escribiendo.

Ya hemos tenido un par de encuentros más (muy interesantes), antes de que me diera permiso para poder escribir sobre esto.

¿Conseguirá que sea una buena sumisa?

 

Por 40 Historias de Sexo

 

 

 

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