Uno de mis mejores placeres es darme un masaje californiano. Es como entrar en un paraíso de placer durante unas horas.

Mi masajista preferida y la vez amiga de confidencias se llama Laura. Una brasileña, esbelta con cintura de avispa. Me flipan sus contraste. Puede ser elegante y guarra a la vez.

La encontré en www.ritmodelanoche.com como escort en Barcelona y le encanta dar placer a hombres normales como yo. A gente que nos gusta desconectar con una gran dosis de erotismo. El día que conocí a Laura, me olvidé de todas las putas de Barcelona. Ufff, un buen masaje californiano, un francés natural y multitud de juegos eróticos.

El ritual es morboso. Me tapa los ojos con un antifaz. Totalmente desnudo, estirado en su camilla boca abajo. De fondo, me siento abducido poco a poco por el sonido del piano de George Winston, “Autumn”…uhmmm deliciosamente romántico.

Empieza por los pies muy despacio, subiendo poco a poco por las piernas con un cocktail de caricias y masaje suave. En mi espalda prueba excitarme con unos sinuosos movimientos con todo su cuerpo encima el mío. Sus brazos son como una montaña rusa viajando a través de todo mis rincones corporales. Le ponen loca los glúteos, penetrando poco a poco en su espacio hasta excitarme mientras me va abriendo de piernas. Primero, acaricia mi culo con sus dedos de manera muy sensual. Cuando estoy con una erección tremenda, ¡media vuelta!

El juego sigue con un masaje realizado por sus espectaculares pechos y con una serie de pellizcos de distintas intensidades. Una vez estoy a mil, va bajando poco a poco recorriendo mi vientre con movimientos sorprendentes e inesperados. Las yemas de sus dedos rozan con suavidad mis partes más sensitivas, mis huevos y sobretodo mi polla.

Empieza a chuparme la polla con su especialidad; la garganta profunda. Me excito sintiendo toda mi polla dentro de su boca. Todo natural. Un buen francés tiene que ser totalmente natural.

Mi deseo es tan frenético que pierdo totalmente el control de la situación, ¡olvidándome dónde estoy!Laura chupa hasta saciarme todos mis jugos y el momento culminante es cuándo me corro dentro de su boca tragándose todo el semen.

Por Marcel Marata