Días después de mí “ajetreada jornada laboral” y a través del messenger nuevamente, me volvió a ocurrir lo mismo con otra persona, mi amigo Fran… “¿cómo estás?”, “sola y aburrida”, “¿sola, en toda la oficina?, joder que morbo, voy a verte, dame la dirección, no tardo en llegar”.

No me lo podía creer… “¿pero esto qué es? Joder con las libidos… están por las nubes…”, había que aprovechar la ocasión. Le di la dirección y en menos de media hora le veía aparcando. En ese momento llamaron a la puerta, era la señora de la limpieza, “¡joder con las visitas inoportunas, el otro día una visita y hoy otra… !”, y tomé la decisión de bajar a su encuentro mientras la pobre señora terminaba su trabajo.

Le recibí en el portal y nos fuimos a tomar un café mientras hacíamos tiempo. Charlábamos, nos reíamos, nos contábamos cosas personales y acabamos reconociendo que estábamos impacientes por llegar a la oficina. Poco después subíamos, comprobando que la señora ya se había marchado y todo estaba limpito.

Tan pronto cerramos la puerta nos besamos impacientes, con caricias y abrazos, y desnudándonos el uno al otro, sabiendo los dos lo que nos íbamos a encontrar porque los dos sabíamos lo que le gustaba al otro.

Movió un sillón, me hizo sentar en él y poniéndose de rodillas, me abrió las piernas y metió su cabeza entre ellas. Su lengua comenzó a pasar arriba y abajo por mi rajita acompañada por sus dedos que se hundían en mi vagina, yo me dejaba hacer, intentando controlar el volumen de mis jadeos. Mis manos acariciaban su pelo e incluso le apretaba en la cabeza para que me penetrara más con su maravillosa lengua. Yo le ayudé con mi dedo frotando mi clítoris y así alcancé el orgasmo y cuando llegué él me miraba y se reía satisfecho, casi tanto como yo… Le encanta dar placer y no se cansa nunca, pero yo sabía que a él le gustaba mucho que me metiera su polla en mi boca. Se puso de pie a mi lado, yo continué sentada y, acercándole a mí, me fui introduciendo su polla erecta y dura en la boca, muy lentamente, como yo sabía que él quería, mientras le miraba a los ojos que tenía casi cerrados y su boca abierta y jadeando, mientras decía “… joder Jade… que boca tienes… ummm”, mientras yo continuaba chupando y succionando.

De repente me hace parar y me dice que me levante, que si continuaba con la mamada no tardaría en correrse y ese día quería que folláramos. Mientras yo me levantaba, él se puso un preservativo y me dio la vuelta, me hizo inclinarme hacia adelante y dijo que me cogiera a la mesa y separara las piernas, dejándole mi culo listo para que lo acariciara y lo mirara mientras su mano pasaba nuevamente por mi raja y lubricaba sus dedos con mi propio flujo, sus dedos empapados masajeaban mi ano… Me estaba preparando para intentar sodomizarme, eso es algo que le encanta, pero yo no estaba preparada para ello y cuando noté que su polla intentaba penetrarme por el culo, le pedí que por ahí no lo hiciera.

Cambió de agujero y agarrándome de las caderas comenzó a penetrarme cada vez más deprisa, una de sus manos me agarraba una de las tetas que se balanceaban al ritmo que él marcaba y con la otra frotaba mi clítoris. Estaba muy cerca de llegar de nuevo al orgasmo, estaba notando que no tardaría en tenerlo de nuevo, cuando volvió a parar y me dijo “túmbate sobre la mesa”. Me tumbé y subiendo mis piernas sobre sus hombros continuó follándome a la vez que su dedo continuaba jugando con mi clítoris; poco después notaba las contracciones en mi útero que indicaban que me estaba corriendo, le avisé y segundos después era él quien se dejaba llevar e inclinándose sobre mí tuvo un sonoro orgasmo. Permanecimos así (yo tumbada sobre la mesa, con las piernas abiertas y él de pie e inclinado sobre mí) hasta que nos recuperamos un poco, después nos levantamos, nos abrazamos y besamos y comentamos lo bien que lo habíamos pasado y el morbo que tenía el lugar, mientras nos vestíamos.

Colocamos todo en su sitio y nos sentamos en los sillones hablando relajadamente (es que a Fran le encanta hablar y yo… antes muerta que callada, jajaja) y recuperando el ritmo de la respiración.

Nos despedimos y se marchó a trabajar, dejándome a mí para que intentara hacer lo mismo. Había sido una mañana “muy productiva” otra vez…

«Las pasiones ocultas de Jade» por Laura Soto, disponible en Amazon.com

 

 

 

 

 

 

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