Para algunas cosas soy rara, pero para otras debo ser de lo más normalita, me explico, esto va solo para informar que a mí me ponen mucho los hombres con uniforme, pero los que más… los bomberos, ummm (de ahí lo de normalita, porque los bomberos les ponen a muchas mujeres).

Yo además tuve la suerte de convivir con ellos durante varios días en un Parque de Bomberos, cuando trabajaba en una televisión.

Me explicaré, yo trabajaba en un canal de televisión y en una reunión se decidió que haríamos un documental sobre los bomberos, un compañero mío iría como cámara y yo como reportera, pasaríamos una semana con ellos, de día y de noche y grabaríamos sus vivencias, sus miedos, sus heroicidades, sus entrenamientos, y su convivencia con compañeros de 24 horas seguidas. Ellos compran comida, cocina el que mejor lo hace, comen casi siempre todos juntos, y en sus horas de relax que no tienen salidas, también se relajan juntos.

He de decir que yo tenía una idea preconcebida y equivocada de ellos como gremio, me parecían prepotentes y que iban sobrados con sus cachas y su fama, pero desde el primer momento de hablar con ellos para preparar nuestra llegada al Parque, todo fueron facilidades, gente amable y simpática.

Nuestro primer día empezó con un colosal desayuno que nos habían preparado a primera hora de la mañana, hicimos varias entrevistas al Jefe del Parque, al oficial de ese turno y después de asistir a la clase teórica que tuvieron y a algunas prácticas de lo más interesantes, seguimos entrevistando a varios bomberos para que nos contaran historias varias.

La mayoría de ellos, tengo que confesarlo, estaban buenísimos, de “toma pan y moja” (es una expresión familiar que no sé si se conoce… pero vamos, que estaban más buenos que el arroz con leche… o que el tiramisú, que para el caso es lo mismo, requetebuenooosss), los había también normalitos y alguno incluso un poquito feo… pero en ese turno, en concreto los del Turno 3… abundaban los guapos, ingeniosos, simpáticos, cariñosos… sobre todo uno de ellos, Marcos… uffff, alto, muy alto, moreno, ojos negros (ummm, me pierden los morenos con ojos negros), labios carnosos y sensuales, manos grandes con dedos largos y delgados (también me pierden…), una voz profunda, sensual y gracioso… (uy, como me estoy poniendo solo de acordarme… ufff).

Al igual que el desayuno había sido especial en honor a nuestra visita, la comida y la cena también lo fueron y más especialmente para mí por la presencia de Marcos continuamente pendiente de mí, todo el día, menos las dos salidas que tuvieron que hacer y en las cuales les acompañamos para grabar pero sin estorbar en su trabajo.

Cuando se iba acercando la noche, todos estábamos relajados, charlando en el gran salón con sillones, esa no era un entrevista seria pero yo iba tomando notas mentales de tantas cosas que sentí la necesidad de retirarme a la habitación que me habían adjudicado para plasmar todo lo que bullía en mi cabeza.

Tras una hora larga enganchada al ordenador, levanté la cabeza y me recosté en la cama, quedándome adormilada. De repente sentí un calor intenso en lo más profundo de mí, mi boca estaba seca por mucho que yo me chupara los labios, mi espalda se arqueaba como si tuviera voluntad propia y a lo lejos oía gemidos quedos… eran míos y abrí de golpe los ojos al notar una mano acariciando mi pecho y unos dedos pellizcando uno de mis pezones mientras el otro, húmedo, se encontraba dentro de una boca… la de Marcos.

Una vez que me tuvo despierta y mirándome a los ojos, me desnudó y una de sus manos apretaba mi sexo y me lo frotaba, estaba empapado y metió unos dedos dentro de mi coño haciendo que mi pelvis se elevara más todavía. En ese momento se escapó de mi garganta un gemido que rozaba el grito y con su mano libre… me tapó la boca, había olvidado que estábamos rodeados de gente… ¡¡¡Cómo me estaba poniendo!!! Rodeada de gente… en un Parque de Bomberos… y Marcos follándome con impaciencia con sus dedos y llevándome al borde del orgasmo, mientras me tenía tapada la boca con la otra mano. Cuando alcancé el orgasmo y notó los espasmos en mi vagina apresando sus dedos, los retiró y fue su boca la que bebió mi corrida. Su lengua no paró de recorrer los labios, el clítoris, el interior de mi vagina, entrando y saliendo, estaba a punto de correrme de nuevo y al decírselo sacó la cabeza de entre mis piernas y desnudándose a toda prisa me penetró y fue con su polla dentro de mí con la que tuve un nuevo orgasmo. Él seguía penetrándome con fuerza, su pubis chocando contra el mío, mis piernas por encima de sus hombros y mis manos excitando mis pezones. Tras varias embestidas, y abrazándose a mí, rodó por la cama hasta ponerme encima de él y, mientras yo me movía en círculos con su pene dentro, sus dedos frotaban mi clítoris con firmeza, mi espalda se arqueaba para recibirle más dentro de mí y me pidió que le avisara cuando me fuera a correr para hacerlo juntos.

Así lo hice… cuando noté de nuevo las contracciones, bajé sobre él con más firmeza y sentí como se derramaba dentro de mí, caliente, espeso.

Aquella noche dormimos poco porque a la mañana siguiente a primera hora y tras haber disfrutado nuevamente el uno del otro, él terminaba su turno y entraban nuevos compañeros.

Nos volvimos a ver nuevamente los días siguientes hasta que volvió a entrar de guardia, día idílico para los dos si no hubiera sido porque le dio a todo el mundo por llamar a los Bomberos, además fue mi último día con ellos y hubo despedidas, celebraciones y recogida de trastos varios.

Marcos y yo hablamos a menudo y nos vemos de vez en cuando, pero tras aquella semana de convivencia con ellos, debo reconocer que mi opinión sobre los Bomberos ha cambiado, no creo que pueda decir nada nuevo respecto a su trabajo y su dedicación que es ejemplar, pero además creo que son de otra pasta, más tiernos, más humanos y más dulces, dentro de esos cuerpos musculosos y esa sangre fría.

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