Íbamos en su coche por la autopista y yo no sabía adonde, estábamos en silencio, iba pensando que quería estar con él, que me moría porque me besara y que deseaba sentir sus manos sobre mí. Tomó una salida y entró en el aparcamiento de un hotel de carretera, le miré y en mis ojos había una pregunta que no fue contestada y me relajé.

Llegamos a la habitación cogidos de la mano, me volví para besarlo y sonriendo me retiró su cara, me desnudó y me llevó a la cama sin hablar. A esas alturas yo ya estaba un pelín mosqueada, aunque muy excitada, sobre todo cuando, sacando unos pañuelos del bolsillo, me ató las muñecas al cabecero de la cama.

“Ummm, (pensé) una de mis fantasías, hacer el amor atada a la cama…”. Empecé a notar mis braguitas húmedas y esperaba ansiosa su siguiente movimiento, y volvió a sacar otro pañuelo que puso directamente sobre mis ojos, siendo los suyos lo último que pude ver.

Yo empezaba a estar un poco asustada ante lo desconocido, pero cada vez más excitada, esperando sentirlo de un momento a otro aunque no sabía por qué parte de mí cuerpo empezaría.

Oí el sonido de la puerta que se abría y cerraba y pensé que se habría marchado dejándome así, ya estaba un poco más asustada y nerviosa, y cuando menos lo esperaba noté unos labios suaves, rozando los míos.

No era él, lo sabía, lo intuía, y además podía oír pasos por la habitación, mientras unas manos empezaron a acariciar mi pecho y a la vez el beso se hacía más intenso ¡¡uufff!! ¿Quién era? ¿Qué estaba ocurriendo? y yo cada vez más excitada, no podía evitarlo y empecé a gemir cuando una lengua húmeda rozó mis pezones que saltaron duros, erguidos, pidiendo más. Mi espalda se arqueaba para facilitar la entrada de mis pezones en esa boca, que a esas alturas no me importaba de quien era, solo quería que continuara, que calmara el ardor que estaba provocando en mi interior.

La boca abandonó mis pechos, saliendo de la mía una queja, quería más, y la noté cerca de mi ombligo, la lengua quemando mi piel, mientras unas manos suaves volvieron a mis pechos.

Noté unas uñas largas que me arañaban suavemente y me quedé rígida pensando que no podía ser, yo debía estar equivocada, ¿una mujer? Mi cabeza daba vueltas pensando, yo asustada, avergonzada y muy excitada, pero solo duró unos segundos que fué lo que tardo la lengua en encontrar mis labios, ya hinchados y mi clítoris que palpitaba, mis caderas se movían en un baile frenético.

Ufff, que caliente estaba, cómo se movía esa lengua por mis labios, por mi clítoris y de repente algo duro y gordo se introduce en mi vagina, y empieza a entrar y salir de mí, mientras mis jugos se iban mezclando con la saliva. Estaba empapada, muy caliente, y mis jadeos ya se estaban convirtiendo en gritos pidiendo más, que no parasen, y sintiendo como me llegaba un orgasmo intenso y salvaje, antes de lo que yo misma esperaba.

Mientras sentía los espasmos, mi cuerpo se relajaba sudoroso y mi respiración se iba normalizando lentamente, noté como me desataban las muñecas mientras sentía como me lamían el cuerpo a la vez.

Joder, me estaba excitando otra vez, todavía no me habían quitado el pañuelo de los ojos, y una mano cogió mi mano y la dirigió hacia… un pecho, redondo medianamente grande y un pezón erguido…

Ahora sí que estaba a cien… confirmado… era una mujer la que me había follado, una de mis fantasías que nunca me había atrevido a realizar, y ahora era yo la que quería jugar con ella…

Por fin me quitaron el pañuelo de los ojos, y tras parpadear varias veces, lo primero que vi fué a una chica joven, con el pelo largo, morena y con unos ojos verdes preciosos. Estaba sentada sobre sus talones, y yo me senté también en la cama con la misma postura, una enfrente de la otra. Miré alrededor y le vi a él sentado en el sillón y mirándome fijamente.

El estar con una mujer ya me tenía excitada, porque no lo había hecho nunca y me había gustado, pero encima tener a alguien mirando mientras follaba… me estaba poniendo al borde del éxtasis.

En ese momento en que mi cabeza no paraba de dar vueltas, noté la mano de ella que me cogía la cara y empezó a besarme. Se acabó el pensar, sentía su lengua entrando en mi boca y mi lengua respondiendo a ese juego, entrando en su boca, lamiendo sus labios, su barbilla, pasaba al lóbulo de su oreja y la introduje en su oído, húmeda, y volvía a su boca de nuevo.

Qué extraña me sentí cuando note sus pechos apretarse contra los míos y mi boca se dirigió con voluntad propia hacia esas tetas que pedían que las chupara.

Primero fue mi lengua la que rozó suavemente uno de sus pezones, mirándola a los ojos, como si le pidiera permiso y ella cerraba sus ojos y gemía, ¡ufffff, cómo estaba disfrutando! Eso me animó y abriendo la boca me introduje todo su pecho y empecé a succionar, era distinto a tener una polla en la boca, pero igual de agradable, y seguía chupándolo mientras me cogía la otra mano y me la llevaba a su monte de Venus y yo lo acaricié, notaba el vello de su pubis suave, rizado, y bajé más la mano y notaba sus labios hinchados y húmedos. Mis dedos entraban en esa cavidad una y otra vez y podía oír sus jadeos. Mi boca abandonó su pecho para volver a su boca, quería beber su saliva, estaba sedienta.

Ella se tumbó en la cama y yo aproveché para mirar en dirección al sofá, él seguía mirándonos pero ahora, tenía su polla grande, hinchada, entre sus manos.

Yo, mirándole desafiante, bajé mi cabeza hacia las piernas de ella y mi lengua empezó a acariciar esos labios cálidos, húmedos, era la primera vez que probaba el sabor de otra mujer, el flujo espeso y salado, ummm, y me estaba gustando. Lamí esos labios, introduje la lengua por dentro de su coño y notaba sus pliegues, volvía a salir y con mis labios apretaba su clítoris y volvía a entrar y salir.

Mientras me comía su coño, me masturbaba, porque yo estaba a punto de correrme de nuevo y entonces fue ella la que se corrió, con mi boca dentro de ella y me llenó toda la cara de su espeso líquido mientras se tensaban sus caderas, yo estaba notando sus espasmos y eso hizo que me corriera yo también.

Mientras se tranquilizaba nuestra respiración y nos mirábamos la una a la otra con una sonrisa en los labios… oímos fuertes jadeos que venían del sillón, volvimos nuestras cabezas y allí estaba él, reclamando nuestra atención con la polla a punto de estallar…

Yo me bajé de la cama lentamente, y poniéndome a cuatro patas en el suelo, me dirigí hacia él a gatas, mirándole fijamente y pasándome la lengua por los labios para humedecerlos. Mi cara aún estaba impregnada de los jugos de mi compañera de cama, y acercándome al sillón, con la lengua fuera, empecé a lamer despacio esa polla que reclamaba mi atención palpitando.

Mi lengua rozaba la punta de su polla y notaba la humedad que salía de ella, cuando se encontró con otra lengua que la recorría de arriba hacia abajo, miré y ella estaba también de rodillas saboreando la polla y a la vez rozando mi lengua, uffff, era increíble, las dos lenguas resbalando por su polla y mezclándose nuestras salivas que chorreaban.

Me lancé directamente a metérmela entera en mi boca, quería comérmela, no solo probarla… entró en mi boca despacio y, al llegar a su base, sentí otra boca que tenía sus testículos dentro. Yo notaba como me daban arcadas y mi saliva iba saliendo de mi boca sin poder evitarlo.

Entonces él poniéndose de pie, me cogió por los brazos y me llevó hacia la cama, pero sin acostarme, de pie, me inclinó, apoyé la cabeza y los brazos en la cama, mostrándole el culo y abriendo bien mis piernas, me penetró con una embestida brutal, salvaje, y cogiéndome por las caderas, empezó un baile cuya música eran nuestros gemidos que acabaron en gritos cuando yo por tercera vez me corría mientras notaba como él sacaba su polla y se corría sobre mi espalda y su semen resbalaba por mi culo.

¡¡¡Uufff!!! Estaba realmente agotada, y relajada… había hecho realidad dos fantasías: estar con una mujer y que me mirasen mientras lo hacía.

 

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