En el metro, hora punta

Íbamos los dos en el metro en la hora punta, como si no nos conociéramos, tu querías verme con otra persona, yo iba con una camiseta con escote pronunciado, pantalones a las caderas y sin ropa interior, estaba muy nerviosa y convencida de que no daría resultado, pero aún así me notaba húmeda, excitada, y te miraba sabiendo que tú estabas igual, ibas lo bastante cerca de mí como para ver lo que ocurriera.

El vagón iba relativamente lleno, yo de pie apoyada sobre una de las barras y en una de las estaciones hubo una avalancha de gente que terminó de llenarlo, era lo que queríamos, en ese momento íbamos todos apretados. Se puso junto a mí una chica joven y no era eso lo que buscaba, mirando hacia atrás, pude ver un joven muy trajeado y serio, era atractivo pero con cara de aburrido, comopude me fui acercando a él.

Cuando conseguí mi objetivo, me aproximé disimuladamente todo lo que pude e imitando un ligero tropiezo, mi mano pasó rozando su polla y terminé agarrándome a su cintura, murmurando disculpas y sonriéndole ampliamente. Había conseguido captar su atención, era bastante más alto que yo, con lo cual, al mirarme a los ojos para aceptar mis disculpas, se topó directamente con mis pechos plenos que marcaban mis pezones y delataban mi faltade sujetador.

Sus palabras salieron entrecortadas, sobre todo cuando volvió a notar que la mano que tenía en su cintura no la había retirado y que con la otra le frotaba descaradamente la entrepierna. Yo te miraba de reojo y tu veías la cara de él, sonrojado y con la boca abierta por la sorpresa, estaba apurado, sobre todo al notar como su polla respondía a lo que yo le hacía poniéndose dura, mi mano la agarró a través de los pantalones y después le abrió la cremallera y la sorprendida fui yo cuando me saltó directamente a la mano, pues él tampoco llevaba slip.

Él se quedó quieto e inmediatamente y una vez pasada la sorpresa inicial, disimuladamente, pasó su mano libre por debajo de mi camiseta y acarició y estrujó uno de mis pechos, para después abrir la cremallera de mi pantalón y meter su mano directamente a mis labios… empapados… lubricados, sus dedos resbalaron hasta dentro con facilidad. Lo que más morbo tenía, era que la gente a nuestro alrededor no se estaba enterando de nada, salvo tú… que continuabas mirándonos descaradamente, controlándote, estabas lo suficientemente cerca para ver todos nuestro movimientos, veías mi mano dentro de su bragueta agitando su pene abultado y también veías su mano dentro de mi pantalón moviéndose acompasadamente.

En ese momento él inclinó su cabeza y apoyándose sobre mí me besó ardientemente, casi de manera salvaje, a la vez que ahogaba nuestros jadeos. Los movimientos de ambos se aceleraban de tal manera que pensé que resultarían sospechosos para la gente que estaba a nuestro lado, pero nadie nos miraba.

En ese momento él paró, sacó su mano de mi pantalón, cerró mi cremallera e hizo lo mismo con el suyo. Yo le miré sorprendida, pero más me sorprendió cuando al parar el tren en la siguiente estación, cogió mi mano y tiró de mí hacia fuera, se dirigió hacia el hueco de las escaleras, me apoyó contra la pared y, poniéndose delante de mí para que nadie pudiera ver nada, salvo una pareja besándose, bajó nuevamente las dos cremalleras y me invitó a terminar lo comenzado anteriormente.

Así lo hicimos, los dos estábamos tan excitados que yo enseguida me corrí en su mano, dando ligeros temblores y a continuación, acelerando yo el movimiento de mi mano en su polla, él sacó un pañuelo del bolsillo donde derramó todo su semen con unos estremecimientos delatores.

Al terminar, compusimos nuestras ropas y dándome un ligero beso en los labios y murmurándome un “hasta pronto”, se dio media vuelta y se alejó de mí en dirección a las escaleras.

Mi mirada se tropezó con la tuya que estaba fija en mí y, sonriéndome, me cogiste de la mano y me dijiste: —Vamos a casa, tenemos cosas que hacer…

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