Salí del portal de casa pensando que hoy sería un buen día, incluyendo un “por favor universo darme algo bueno hoy”, entre por el gimnasio deje las cosas en la taquilla y en cuanto fui a coger las mancuernas me fijé en un cuerpo que era familiar y en cuanto subí la mirada y le vi con las pesas, directamente mi mente me llevo a una noche en la cama mientras me empujaba a cuatro con esos brazos, salí de ese mundo por un momento y entonces vi como su mirada bajaba hasta mi top y entonces le salió una sonrisa pícara, y cuando yo baje también la mirada lo entendí, entonces me giré y cogí las mancuernas y pase toda la mañana evitándole.

Él había sido en pasado, intentaba recordármelo esa noche, pero al mismo tiempo recordaba una y otra vez, como gemía en mi oído o como me azotaba y me hacía gemir.

Me hacía la misma pregunta todas las noches, habría sentido lo mismo ese día que nos vimos, se habría tocado las mismas veces que yo pensando en él?. Eran dudas que no quería despejar o bueno, eso quería hacerme creer,, pero en la realidad, cada vez que le veía allí, mi mente se imaginaba follándome duramente en cualquier parte.

El mes de junio llegaba con mucho calor, había más gente, más jóvenes, se juntaba demasiadas hormonas revoloteando de un lado para otro.

Hacia un calor horrible, yo había llegado de estar en la parte de las máquinas, hoy no le había visto y me pareció extraño, subí las escaleras y noté que alguien venía detrás y en cuanto giramos a la vez, entramos a las cintas, yo estaba con mis cascos y ya comenzaba a sudar, note una mirada que llegaba del fondo donde estaban las bicis estáticas, y entonces le vi, y me puse tensa, note como su mirada se posó sobre mi pecho que subía y bajaba a una velocidad considerable y luego bajaba su mirada hasta mi culo, y entonces note como se le tensaba la mandíbula, y se rascaba la frente. Me giré y seguí a lo mío, esta vez, intentando concentrarme pero realmente notaba que algo se estaba humedeciendo en mi.

Cuando acabe de hacer el ejercicio, me giré y él ya no estaba, entonces pase por delante de los vestuarios y note como tiraban de mí, y cerraban la puerta, entonces le vi a los ojos, y nuestros pechos subían y bajaban, estábamos sudando, hacía demasiado calor dentro de ese cuarto. Se acercó a mi oído y susurró “no aguanto más pequeña, necesito quitarte ese maldito top que está apretando” “no te puedes imaginar lo que me toque pensando en ti estás noches, quitándote esas mallas y sobre todo agarrándote de esa coleta”. Mis pezones se pusieron duros, y en cuanto baje la mirada note que él también lo estaba. Y entonces, nos besamos, y no pudimos parar, empezamos a quitarnos todo, quedamos completamente desnudos, me giro y me puso contra la pared mientras agarraba mi coleta, empezó por besarme la espalda y siguió bajando, hasta que se encontró todo húmedo, a lo que añadió un “sabía que estarías así y no sabes cuanto lo deseaba” y paso su lengua por todo lo que tenía húmedo, y de la lengua me agarro fuerte, note su pecho en mi espalda y entonces entro dentro de mí, me tapo la boca para que no gritase, pero necesitaba gemir este placer hacía mucho que no lo tenía, y de repente note como mi orgasmo estaba a punto de llegar, él lo sabía, me volvió a girar para quedar cara a cara y me cogió el labio inferior y lo chupo con la finalidad de pegarle un mordisco. Volvió a entrar en mí, empezó a lamerme los pezones, a morderlos, yo no podía más, estaba en el paraíso, y sabía que estaba llegando y le agarre del pelo, nos miramos a los ojos, y caímos rendidos en el asiento. Y entonces se escuchó de lejos un ruido, y noté como se iba volviendo más y más horrible, entonces me desperté, mojada, enfadada y a la vez contenta.

Relato participante en la II Edición del Concurso de Relatos Eróticos «Muerde la Manzana»

 

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