» Yo no sabía que iba a ser nuestro último fin de semana juntos pero, fue algo premonitorio cuando de mis ojos resbalaron unas lágrimas y cayeron por mis mejillas mientras follábamos el domingo por la tarde, … algo no iba a ir bien. Creedme que era uno de los momentos más felices de mi vida, él, ahí, en casa, disfrutándonos, queriéndonos… pero mi alma de brujilla se despierta y acierta.

El mejor fin de semana que hemos pasado juntos (también es cierto que, fin de semana completo era el primero que disfrutabamos solos completamente, sin Rocío) y, se me cayó la venda. Ya no quise seguir sin dejar de ver lo que sucedía realmente entre los tres. Dos días después tomé una decisión.

El sábado por la mañana Jesús aprovechó para hacer cosas en la civilización, está en su pueblo y allí no puede hacer ninguna gestión y claro, tenía que sacar tiempo de su viaje para hacer “mandaos”. Llegó a casa a la hora de comer, sudoroso y caliente… pero a esa hora estaba mi hijo en casa así que nos tuvimos que comportar. Había cocinado una paella que me salió bastante buena y que comió con ganas. A la hora de la siesta nos quedamos solos y fuimos directamente a la cama.

Me estremezco al pensar en su contacto, en su roce, en que me va a tocar, que le voy a sentir. Me tumbo completamente desnuda en la cama, boca arriba y abro mis piernas, él se coloca de rodillas entre ellas, desnudo, con la polla muy dura ya, y se va acercando, primero noto su aliento y después su lengua para que luego sus manos agarren mis cachetes mientras se acomoda en posición para hacerme una gran comida de coño. Tengo el clítoris que me revienta, el coño encharcado para que lo beba completo, me sorbe, me da mucho placer. Mi orgasmo me recorre el cuerpo y hace que habrá más mis piernas. Me retuerzo de placer y expongo más mi raja para que la coma más profundamente. Me encanta esa sensación de éxtasis brutal mientras que él cuando lo nota me muerde de que no puede más de gusto y desenfreno. Siento una mezcla de locura, nervios, placer, dejarme ir que no cambio por nada en ese momento. Por un lado pienso en apartarlo de mi por el punto de dolor pero me sigue gustando, ese control que ejerzo sobre mi genera un placer desbordante en ese momento. Quiero no poder controlarme y me vuelvo loca. Eso hace que él también se vuelva loco y genera un escenario perfecto para amarse.

Me quiere reventar el coño, se lo veo en la mirada, no puede más… tiene que follarme y lo hace. La mete hasta el fondo de una vez, llenándome para sentirle profundamente. Sigue volviéndome loca, sabe como hacerlo. La mete, la saca, la vuelve a meter. Bombea tres o cuatro veces con fuerza y al sacarla de repente provoca que un squirt brutal salga disparado. Agggggg…. ahí ya no puedo parar, quiero más, más polla, quiero seguir sintiendo eso… vuelve a hacerlo otra vez. Si, si, folla, folla…la mete, la mete… y la saca de repente otra vez, consiguiendo que la fuente siga activa. Noto que las sábanas bajo mi culo ya están empapadas totalmente y probablemente el colchón. Pero quiero más y una tercera y una cuarta vez consigue su propósito. Ahora se gira un poco al follarme para que la polla entre de lado en mi coño y frote mi clítoris. La tiene muy dura y llega a hacerme hasta un poco de daño, pero es placer para mi. Sentir que mi hombre la tiene así por mi me causa gran satisfacción. Toco mis pechos, duros, erectos, me corro brutalmente. No se puede sentir más placer. Es una locura todo.

Ahora quiere que me ponga a cuatro patas. Con esa polla tan dura sabe que me va a llegar hasta el fondo y me va a hacer daño y se ve en su cara que le pone pensar en la idea de ver como respingo al notar su punta en lo más profundo de mis adentros. Apoyo mi cara en el colchón como a él le gusta, totalmente entregada. Mi culo asoma, está en pompa, lo muevo en círculos invitando a esa verga impresionante que me quiere follar. Y, lo hace, vaya que si lo hace. Agarra mis caderas y aprieta bien adentro. El coño está jugoso y mi cara se enfrenta a las sábanas para no gritar de placer y que no nos oigan los vecinos. Me cuesta mucho silenciar mi gozo. Despues de follarme salvajemente, ya está tardando en cambiar de agujero y encularme como a mi me gusta. Esa verga hoy me va a costar tragarmela. Lo pienso siempre que le veo así de armado pero, nada más lejos de la realidad. Mi culo se abre como una flor cuando ve ese deseo de disfrutarlo. Así que trás varios apuntes y presiones, el capullo se abre camino para entrar en ese agujero de placer. Me encanta que me follen el culo, se lo digo, quiero que siga, que no pare, que me de fuerte, azotame a la vez, me toco el clítoris con una mano mientras con la otra intento agarrarme a las sábanas y mi cara se arrastra por ellas empujada hacia adelante por su furia. Cuando le empiezo a insultar, y a decirle que lo siga haciendo así, no puede más y se corre. Toda su leche empapa mis paredes y deja latiendo su polla un rato dentro mientras yo llego a mi siguiente orgasmo sintiéndome enculada.

Ha sido una follada brutal, nos lavamos un poco y nos tumbamos abrazados, sudorosos a descansar de eso y de toda la semana de ajetreo que llevamos cada uno con lo nuestro. Pero, hemos quedado a cenar y tenemos que andar pendientes… pero se nos pegan las sábanas. Un poco más y no nos damos cuenta de que se nos hace tarde. La cita es con un gran amigo de Jesús y una amiga suya. Yo me he hecho gran amiga de Manuel tambien y me apetece mucho el reencuentro tras este confinamiento en el que hemos tenido largas conversaciones y muy profundas acerca de la vida, de la forma de ver el sexo, el amor… es un gran conversador y me gusta. Su amiga llegó muy tarde a cenar, compartimos un rato pero luego no se animaron a venirse a un local con nosotros, asi que respetuosos nos despedimos y ellos a follar por un lado y nosotros por otro a ver el ambiente de los locales en esta nueva normalidad…»

(Continuará)

40 Historias de sexo por Estefanía Mor

 

 

 

 

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