Llevaba un tiempo charlando por internet con aquella mujer. No había conseguido convencerla para que le enviara ninguna foto, por lo que él tampoco lo había hecho. Y en su perfil, no había ningún indicio de cómo podía ser físicamente; tan sólo el dibujo de una silueta femenina.

Eso si, no tenía ninguna duda de que cada vez las conversaciones que habían mantenido habían ido subiendo de tono, hasta llegar al tono máximo. Le gustaba cómo escribía ella, cómo se expresaba y la manera de hacer ver cómo sentía en cada momento. Sus palabras tenían el poder de hacer que las imágenes en su mente las sintiera como si fueran reales. Sólo esperaba que a ella le pasara lo mismo cuando era ella la que leía.

Hacía ya unos días que habían acordado encontrarse y conocerse, pero para hacerlo más sugerente, decidieron mantener en el anonimato hasta el final su aspecto físico. Él estaba convencido de que alguien que podía escribir así sólo podía ser una mujer atractiva. Al principio ella puso reparos… porque no le parecía algo normal, pero él le dió todas las facilidades para que estuviera tranquila. Ella escogió el día, la hora, el lugar… y hasta la ropa que debía llevar él: vaqueros, camisa blanca de manga larga arremangada un par de vueltas, zapatos de vestir de cordones (nada de deportivas) y por si cabía alguna duda, una pulsera de tela en color rojo en la mano derecha.

Aquel día se encontraba nervioso… por un lado le excitaba la idea de encontrarse con alguien que no tenía ni idea de cómo era; tan sólo sabía que se llamaba Jenny. Mientras se duchaba y pensaba en todos los acontecimientos que les habían llevado hasta ese punto, no pudo evitar excitarse recordando todas y cada una de las conversaciones que habían mantenido; conversaciones explícitas donde cado uno explicaba al otro los rincones que quería recorrer con sus labios y las cavidades que querían llenar con sus cuerpos… el vapor, el agradable calor del agua recorriendo su cuerpo, la suavidad del jabón mientras recorría su cuerpo… salió de la ducha realmente excitado. Se vistió con la ropa acordada y se dirigió con su coche hacia el lugar acordado. Estaba anocheciendo y por supuesto llegaba antes de la hora, pensando en que sería más complicado encontrar un sitio donde aparcar, pero justo en el callejón de al lado del conocido restaurante donde le había citado Jenny encontró un sitio para dejar estacionado el coche.

Se dirigió al local, al entrar, el maitre le preguntó si venía con reserva.

  • Sí; por supuesto. Es una mesa a nombre de Jenny, para dos.

El maitre miró en su libro de reservas y le indicó que le siguiera. Le guió hacia una mesa apartada, casi como si fuera un reservado, y le indicó que se sentara de tal manera que la silla que le habían asignado no le permitía ver la puerta ni quién se acercaba. Permaneció esperando impaciente, un tiempo que se le hizo eterno…

  • Hola Xico, espero que no lleves mucho tiempo esperando, me he retrasado un poco.

Al verla intentó hablar, pero las palabras no le salieron. Tan sólo acertó a decir un “Hola Jenny…” al tiempo que sonreía, se levantaba y le ayudaba a mover la silla para que le resultara más sencillo sentarse. Jenny resultaba en persona aún más espectacular de como su imaginación la había formado. Lucía una hermosa melena castaña lisa, con unos intensos ojos marrones y unos labios apetecibles perfectamente perfilados y pintados en tu suave tono tierra. Iba vestida muy sugerente, con una blusa blanca que había dejado convenientemente desabotonada hasta cierto punto para lucir un magnífico escote que en las mesas de alrededor no había pasado desapercibido, una minifalda negra ajustada que permitía lucir unas piernas trabajadas en el gimnasio que acaban en unas sandalias negras de tacón alto con incrustaciones de cristales de Swarovski que dejaban ver unos pies cuidados, con una perfecta pedicura a juego con la de sus manos.

La cena transcurrió relajada, con ambos hablando de un tema y de otro de manera animada y picante, como lo solían hacer cuando hablaban a través de las pantallas, con lo que ambos constataban que detrás del anonimato actuaban con su propia personalidad, sin necesidad de fingir ser otras personas. Xico no podía dejar de contemplar extasiado aquellos ojos que le miraban con ese brillo especial, aquellos labios que le sonreían y aquel escote que invitaba a algo más que a una mirada furtiva.

Mientras esperaban a que llegara el postre, Xico estaba enfrascado en el relato de una aventura anterior que había acabado en un estrepitoso fracaso, cuando sintió que un juguetón pie buscaba con éxito que el bulto entre sus piernas creciera de tamaño. No puedo evitar primero callarse sorprendido y dirigir la mirada a Jenny, que sonreía divertida mientras su pie conseguía con maestría el objetivo que se había planteado.

  • Sigue hablando… no te calles ahora y me dejes sin saber el final de la historia.

Xico siguió como pudo, porque estaba empezando a sentir un agradable calor por todo el cuerpo, y le costaba concentrarse en el desarrollo de su historia cada vez que sentía cómo el pie de Jenny presionaba su sexo. Les trajeron el postre y ella no dejó de jugar con su pie y sonreír mientras se lo tomaba provocativamente. Al acabar, chocaron sus copas y brindaron.

  • Por el inicio de una calurosa amistad – dijo Jenny

Apuró su copa, y le dijo que necesitaba ir al baño un momento “a empolvarme la nariz”. Se giró para ver cómo se alejaba camino de los aseos y disfrutar del espectáculo que aquel cuerpo ofrecía al caminar. Aprovechó su ausencia para indicar que le trajeran la cuenta y pagar, aunque hubieran acordado inicialmente pagar a medias.

Mientras esperaba, se entretuvo jugando con el borde de la copa medio vacía de cava y repasando la conversación que habían mantenido, cuando notó que una mano se apoyaba en su hombro, dejando caer disimuladamente algo. Mientras ella se sentaba Xico miró lo que había caído en su mano izquierda…. que resultó ser un delicado tanga blanco de encaje.

  • Eres tremenda…
  • No sé de qué me hablas ni a qué te refieres – dijo sonriendo picaramente
  • No… ya supongo que eres inocente de cualquier acusación que pudiera hacerte, aunque para mí no eres inocente del cargo de excitarme.
  • ¿Te excito? Pues… no me había dado cuenta…
  • Claro… cómo te ibas a dar cuenta si no me has tocado…
  • ¿Yo? No sé de qué me hablas
  • En fin… ya he pagado. Sé que habíamos quedado en pagar a medias, pero no puedo dejar que eso ocurra. ¿Quieres que…

Ella no le dejó terminar la pregunta y se anticipó.

  • Vamos a un sitio que conozco en el que podremos seguir charlando con tranquilidad. No está muy lejos; 5 minutos en coche.
  • De acuerdo, he aparcado justo a la vuelta. ¿Vamos en mi coche?
  • Por supuesto; yo he llegado en taxi, con lo cual tendrás que hacerme de chófer.
  • Pues lo haré encantado.

Salieron del local y giraron hacia el callejón donde estaba aparcado el coche. En el tiempo que habían estado cenando, había anochecido. Era una de esas noches de luna nueva, oscuras, y la zona tampoco es que estuviera demasiado bien iluminada.

  • Menos mal que voy contigo, porque de ir yo sola, no sé si me atrevería con la poca luz que hay
  • Pues, no te preocupes, que estando yo cerca esta noche no te pasará nada
  • ¿No pasará nada? Qué decepción….
  • Bueno; quiero decir, que no pasará nada desagradable. Si te refieres a otras cosas, tampoco pasará nada que tú no quieras.

Jenny se agarró del brazo de su acompañante de aquella noche mientras caminaban. Cuando llegaron al coche, él amablemente le abrió la puerta del acompañante para que accediera al interior, quedándose entre la puerta y el interior del coche.

  • Gracias caballero… es usted todo amabilidad. Se merece un beso.
  • Pues si crees que me lo merezco…

Xico acercó el cuerpo de Jenny hacia sí con delicadeza, acercando sus labios a los de ella, que recibieron gustosos la señal y aceptaron el beso que les proponían. Ambos quisieron sentir la anatomía del otro debajo de la ropa y pegaron sus cuerpos. Por fin aquel escote sugerente se aplastaba contra el pecho de Xico, y por fin el bulto con el que había jugado Jenny en el restaurante lo sentía firme con su sexo.

El beso se prolongó en el tiempo, haciendo que sus lenguas entraran en juego. Jenny saboreaba los labios de Xico y al momento era él el que hacía lo mismo con los de ella. Jenny desabotonó la camisa; quería tocar aquella piel, y él deslizó sus manos desde sus caderas hacia el final de su espalda, acariciando su piel y recordando que Jenny no llevaba ropa interior. Aquello le encendió aún más y ella lo pudo sentir bajo sus vaqueros.

Xico la sujetó por sus nalgas y la levantó del suelo. Jenny rodeo su cuello con los brazos y con las piernas sus caderas para sujetarse, mientras sus labios seguían pegados. Xico la apoyó en el capó el coche y se separó un momento para contemplarla….la blusa desabrochada, la falda subida, tumbada en el coche… Volvió a acercarse a aquel cuerpo que irradiaba calor y sus labios fueron directamente a morder ligeramente los pezones que intentaba ocultar el sostén.

Al sentir Jenny el calor de la boca de Xico en su pecho, dirigió sus manos hacia los botones de los vaqueros deshaciéndose de ellos con la misma destreza que deslizó su mano dentro de los boxer, para poder así sentir lo caliente y preparado que estaba su compañero.

  • Ya veo que estás preparado para algo más…
  • Llevo preparado para algo más desde hace bastante rato.
  • Pues si quieres algo más, no te quedes con las ganas, porque yo también estoy preparada.

Y mientras decía esto, colocó sus piernas sobre los hombros de él, dejando su vagina totalmente expuesta a ser penetrada. La llamada al placer que le hacía su compañera era demasiado evidente y no se planteó si estaba en medio de un callejón oscuro y que cualquiera que pasara podía verles; seguramente aquella circunstancia elevaba el nivel de tensión entre ellos y aceleraba su excitación. Acercó su verga hacia su sexo y empujó ligeramente, sintiendo cómo se deslizaba con suavidad hacia el interior de la excitación de Jenny. Ella sintió una penetración muy profunda en aquella postura e instintivamente arqueó un poco su espalda. Quería gritar de placer, pero estando en la calle como estaban, sabía que debía de intentar contenerse. Sintió cómo aquella verga salía y volvía a entrar cada vez más deprisa y con más fuerza, sentía como Xico bombeaba con fuerza, sentía como cada vez que la penetraba la llenaba entera, tocando el final de su vagina, produciendo una mezcla entre dolor y placer. Sentía cómo se acercaba el orgasmo de su compañero, y se dispuso a prepararse para el suyo… Cada vez que él entraba, ella apretaba con sus músculos para sentirle más intensamente.

Ambos se acercaban con celeridad a su orgasmo…. primero llegó Xico, que no quería dejar de penetrar aquel sexo tan apetecible mientras quedara esperma en su interior para inundarlo. Sentía como con cada sacudida ella le apretaba y eso le encantaba, por lo que la penetraba con más fuerza, por lo que consiguió que poco después su compañera alcanzara su clímax en un grito ahogado por el brazo de Xico, que usó ella a modo de herramienta para amortiguar sus gemidos de placer.

Extasiados ambos… sintieron, aún mientras él seguía dentro de ella cómo sus cuerpos se relajaban… Cuando pudieron reaccionar y se separaron, se miraron y se sonrieron. Xico le ayudó a levantarse y se besaron nuevamente. Mientras lo hacían, él le volvió a abrochar los botones de la blusa y recompuso un poco su falda. Volvió a invitarle a sentarse en el coche, y esta vez ella se acomodó en el asiento.

Una vez que Xico se colocó tras el volante, Jenny le preguntó:

  • ¿Tienes pensado quedarte con mi tanguita o me lo vas a devolver en algún momento de la noche?
  • Pues en principio, te lo devolveré… pero no sé si quieres que te lo devuelva ahora o cuando nos separemos. ¿Sigues queriendo ir al sitio que comentabas?
  • Sí, claro… He dicho que se puede charlar tranquilamente, pero es un lugar especial, en el que se pueden hacer muchas cosas, si te atreves.

Xico arrancó el coche siguiendo las indicaciones de Jenny…

Por Xicotaytantos

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