Al llegar a la habitación, Marta me puso un antifaz y me tapó los ojos y todo se volvió oscuridad… Oscuridad y  muchas manos acariciándome por todos sitios … Me hizo entrar en otra habitación y Santi me cogió una mano, la suya estaba muy caliente, las mías frías. Intentaban calentarme las manos entre los dos, me acariciaban por encima de la ropa y con voz suave él me iba tranquilizado, me decía que me notaba rígida y nerviosa. Me cogía la mano y me la besaba mientras con la otra me acariciaba la espalda y ella, por delante, me acariciaba un pecho y apretaba mi sexo por encima de mi falda. Yo me dejaba llevar e incliné la cabeza hacia atrás a la vez que él empezó a besar mi cuello (¡¡diosss, mira que me gustan los besos en el cuello, son mi perdición!!). Yo volví mi cara, le buscaba a él para recibir sus besos en mi boca, ahora hambrienta. Una de mis manos continuaba sujeta por él pero con la otra que tenía libre fuí palpando el cuerpo de ella hasta llegar a su pecho, le metí la mano por dentro de su blusa, aparté el sujetador, apreté su pecho, pellizqué suavemente su pezón, me solté de las manos de él y mientras yo me dedicaba con ambas manos a mi amiga, él se puso a mi espalda pasando sus manos por mi cintura y acariciándome el pecho, mientras yo subía la falda de ella y paseaba mis manos por sus piernas, hacia arriba, hasta encontrarme con su liguero y su tanga. Pasé mis dedos por su rajita, encontrándola empapada y sentí un estremecimiento por mi cuerpo al pensar que estaba así por mí … para mí. No pude evitar la tentación y metí mis dedos en ella, los saqué empapados y me los llevé a la boca para probar su sabor… sus jugos, y fue delicioso.

Marta me subió la falda a mí y empezó a frotarme el clítoris mientras él me besaba, me acariciaban, oprimían mis pechos y, aún vestidos todos, de pie, tuve el primer orgasmo provocado por Marta … no lo pensé dos veces y le hice lo mismo, ahora eran mis dedos los que recorrían su raja empapada, metía los dedos dentro de su vagina, los sacaba y frotaba su clítoris. Santi se apartó un poco y nos dijo que quería vernos, quería disfrutar de esa imagen, las dos de pie y ella teniendo un orgasmo, y las dos besándonos … entonces entre los dos me fueron desnudando, haciendo ellos lo mismo. Yo oía el roce de la ropa en su cuerpo al quitársela, él se acercó de nuevo y sin detener las caricias sobre mi cuerpo fue él quien, en la misma postura aún, me hizo correrme de nuevo.

Al preguntarme como estaba, les dije que las piernas me temblaban y riéndose me tumbaron en la cama y uno de los dos iba pasando su lengua por mi coño ¡joderrr! yo no sabia quien lo hacía y la sensación era tremenda, porque por un lado me daba igual quien lo hiciera, pero que continuara, pero por otro lado era morboso el no saberlo, aunque al momento se resolvió la incógnita, porque entonces Marta se sentó sobre mi cara, poniéndome su coñito en la boca y se agachó hacia el mío, teníamos la postura del 69. Yo chupé su coño chorreante, mientras Santi y Marta (no sé cómo) se empleaban a fondo con el mío, y yo disfrutaba concentrándome en Marta. Metía mi lengua en su vagina, frotaba su clítoris, lo succionaba, recorría la raja entera llegando hasta su anillo anal que rodeaba y llenaba de saliva, volvía a la vagina, al clítoris … ella se movía encima de mí, me iba marcando un ritmo cada vez más acelerado, casi parecido al que marcaban mis caderas sin darme apenas cuenta. Ella se corrió antes que yo y notaba sus contracciones en mi lengua y su exceso de fluidos los bebía ansiosa y, poco después, fui yo quien se corrió.

Yo estaba sudando, jadeante, exhausta, pletórica… y en ese momento les pedí que me quitaran el antifaz, accedieron y me lo quitaron y, riéndonos ante la situación, Santi y yo nos “presentamos” diciéndonos que estábamos “encantados de conocernos” jajaja. Nos tumbamos en la cama boca arriba, Santi en medio y nosotras dos echadas a cada lado sobre sus hombros, para recuperarnos los tres un poco. Estuvimos hablando, bromeando, riéndonos hasta que Marta volvió al ataque. A Santi se le había bajado la erección y ella empezó a tocarle y a chupársela, mientras yo me abrazaba a él y nos besábamos intensamente (ummm, ¡cómo besa Santi…!). De repente cambiaron sus posiciones, Santi se dio la vuelta poniéndome a mi boca arriba y Marta puso su cabeza entre mis piernas y era ella quien se comía mi coño mientras él me comía los morros, ¡ufff, parecía que la consigna era darme placer a mí!

Estaba muy excitada y el orgasmo no me llegaba y quise frotarme yo con mi dedo a la vez que Marta me metía su lengua en mi vagina, pero sentí como me retiraban mi mano bruscamente. Santi me sujetaba las dos manos con fuerza… era tremendo, porque primero eran los ojos lo que me tapaban y no podía ver, y luego eran las manos las que me sujetaban y no podía tocar nada, ni a ellos para acariciarlos, ni tan siquiera a mi misma para terminar cuanto antes con esa agonía del orgasmo que no llegaba. Quizás eso, el darme cuenta que estaba inmovilizada, hizo que me corriera de forma explosiva en la boca de Marta.

¡¡¡Dios, como estaba disfrutando de esa tarde… estaba siendo maravillosa…!!!

Volvimos a cambiar de postura y fue Marta quien se tumbo atravesada encima de la cama, Santi se sentó sobre su boca y se tumbó sobre ella en un 69, a la vez yo acerqué mi boca a la de Santi que se repartía entre el coño de Marta y mi boca. Él y yo nos empleamos a fondo en Marta, en darle placer y de repente me vi chupando su clítoris, metiendo mis dedos en su vagina y llevando el ritmo acompasado con mi lengua y el movimiento de sus caderas. Santi continuaba encima de Marta, pero solo me miraba y de vez en cuando me besaba. En un momento dado, él le dijo a Marta “te dejo con Jade, ella va a terminar contigo…” y se retiró para mirarnos, y ya éramos solo ella y yo, ella tumbada boca arriba, elevando sus caderas (que eran las que me indicaban su grado de excitación, porque ella ni jadeaba ni gemía, la única escandalosa era yo, jajaja) y yo comiéndome su coñito jugoso. Mi lengua en su clítoris, mis dedos en un mete y saca cada vez más veloces, yo no me cansaba, quería más, quería que no se corriese para seguir dándole placer. Era una sensación de poder la que sentí yo cuando elevó sus caderas en un movimiento convulsivo, y su vagina aprisionó mis dedos y mi lengua, notando su orgasmo, se apuraba en chupar todo lo que escapaba entre sus piernas. Disfruté de manera intensa ese orgasmo que tuvo ella, de
manera especial.

Volvimos a tumbarnos los tres para recuperar las fuerzas, y tras una breve “sobremesa”, los deje tumbados boca arriba y abrazados los dos y mirándome, fui yo la que se lanzo sobre la polla de Santi, porque yo quería que él disfrutase tanto como nosotras. Él abrió las piernas, yo me arrodillé en medio y lentamente me fui metiendo su polla en la boca, la volvía a sacar, la volvía a meter, yo le miraba a los ojos mientras tenía su polla dentro de la boca hasta el fondo y ella me miraba, le preguntaba a él si le gustaba como se la chupaba yo y él le contestaba “ooh sííí…”, y a la vez metí dos dedos en la vagina de Marta, y llevaba el ritmo de los dos a la vez. La polla de Santi en mi boca oprimiéndola en la base con una mano y con la otra frotándola a ella… ¡joder que rico, cómo estaba disfrutando!

Santi me dijo que parara que no quería correrse todavía, se tumbo con la cabeza a los pies de la cama, pero boca arriba, y Marta se subió sobre él montándole, y comenzó a follarle mientras yo me abrazaba a él y nos besábamos. Marta de vez en cuando bajaba la cabeza haciendo que las lenguas de los tres se encontraran, o besándonos ella y yo, o volviendo a besar a Santi … Y de repente me preguntan que cómo quiero yo que se corra él, que yo era la que elegía, y yo quería más… quería que me follara él a mí, quería que él le follara el culo a ella, quería… más.

Optamos porque me follara él a mí, pero yo puesta a cuatro patas, y comiéndole el coño a Marta de nuevo. Yo quería que Marta viera a Santi follándome, quería que ellos se mirasen mientras él se corría, y así lo hicimos… me estuvo follando hasta que no pudo aguantar más y se corrió sobre mi espalda.

Después de esto, nos duchamos los tres, nos vestimos y salimos a tomarnos algo para recuperar fuerzas perdidas. Cuando me acompañaron al coche y nos despedimos, solo pensaba que quería volver a estar con ellos, que ya estaba deseando repetir, que lo había disfrutado mucho y que esperaba volver a verlos pronto.

«Las pasiones ocultas de Jade» por Laura Soto, diponible en Amazon

 

 

 

 

 

 

 

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