En un portal –

Iba a tener un encuentro con el hermano de una amiga mía que vivía en otra ciudad y venia por unos días a Madrid y tenía que hacerle de cicerone. Habíamos quedado en vernos en el Museo Reina Sofía, nos encontraríamos allí… dentro.

Yo iba andando, por esa zona no se puede aparcar nada bien y había tenido que dejar el coche lejos, pero hacía un día espléndido, soleado como a mí me gustan los días, me sentía guapa con mi conjunto de falda y jersey, mis medias de fantasía y mis zapatos de tacón altos y finos… muy finos, me había maquillado poco… un poquito de sombra en los ojos, rímel, y un poquito de carmín en los labios. El color en las mejillas me lo daba el aire, el sol…

Notaba como se volvían algunas cabezas a mirarme y me gustaba sentir esas miradas, pero una en concreto llamó poderosamente mi atención. Era una mirada más intensa que las demás y tuve que parar y darme la vuelta disimulando para ver a esa persona. Me quedé sin respiración… era un chico joven, muy guapo, con unos labios carnosos que pedían a gritos que los besara, brazos musculosos enfundados en un jersey de cuello vuelto negro y unos ojos profundos que me miraban como si me estuvieran desnudando.

Se acercó a mí con una sonrisa sensual y tras saludarme se puso serio y me preguntó si querría acompañarle. Yo estaba como hipnotizada por esa voz y como pude le pregunté que adónde, “Hasta un portal para poder besarte”.

Me quedé sorprendida, sin palabras, y él aprovechó para cogerme de la mano, tirar de mí y echar a andar en dirección a un portal cercano.

Le seguí más por inercia que por lógica y tan pronto entramos en el portal me oprimió contra la pared, sujetó mis brazos con sus manos y su boca se apoderó de mi boca, de manera intensa, salvaje… yo intentaba quitármelo de encima, movía todo el cuerpo y en cada movimiento notaba su erección cada vez mayor. Yo estaba asustada al principio, pero el beso estaba consiguiendo su propósito, cada vez estaba más excitada y tras resistirme por unos breves momentos, acabé cediendo y devolviendo el beso. Su lengua exploraba mi boca, mi lengua investigaba en la suya, los dos segregando saliva dentro de una misma boca, notaba su lengua rozando mi paladar y mis dientes … mi lengua acariciaba la comisura de sus labios y su labio superior, haciendoque él abriera su boca para atraparla de nuevo. Nuestras respiraciones eran entrecortadas, mi pelvis se movía con voluntad propia y se rozaba una y otra vez contra él que me oprimía fuertemente haciéndome notar sus ganas de mí.

En un momento dado, subió mis brazos y los puso por encima de mi cabeza y me sujetó las dos muñecas con una sola de sus manos, mientras la otra la llevaba a mi pecho por encima del jersey y lo masajeaba. Una de sus rodillas la metió entra mis piernas y la subía y la bajaba, haciendo que mi falda subiera en cada movimiento cada vez un poco más. Entonces la mano que tenia en mi pecho se dirigió a mi entrepierna y la puso encima de mis bragas, notando inmediatamente mi humedad por encima de ellas. Restregó su mano varias veces por mi rajita, hasta que decidió apartar las bragas y meter varios dedos dentro de mi sexo. Yo lanzaba gemidos dentro de su boca. Nuestras bocas aún unidas y yo, cuanto más me penetraban sus dedos, más ronroneaba, más agitada nuestra respiración, más movía yo mis caderas para salirle al encuentro a sus dedos … estaba a punto, notaba los primeros espasmos de un orgasmo y él notaría mis temblores porque aceleró el movimiento de su mano, se intensificó nuestro beso y, al llegarme el orgasmo, mi grito lo absorbió su boca para no llamar la atención demasiado.

Poco a poco fuí recuperando el sentido, mi respiración se fue normalizando, él soltó mis brazos y el beso (ese que había durado todo el tiempo…) pasó a ser mordisquitos en los labios, me estaba comiendo la boca. Mi mano apretaba el bulto que salía de su entrepierna, y abriendo la cremallera de su pantalón liberé su polla, la miré, estaba erguida, palpitando, hinchada, se marcaban las venas y la punta de su capullo brillaba húmeda. Yo me agaché y mi lengua lamió la punta de su glande, y después despacio, lentamente, me la metí en la boca toda entera, moviendo mi cabeza lo justo para que entrara lo más posible, apretando con mis labios la base de su polla, notando cómo cada vez crecía más dentro de mi boca, chocando con mi paladar cada vez que palpitaba. Él estaba a punto de correrse cuando me pidió que me sentara en las escaleras y cruzara las piernas. Así lo hice, me senté, crucé las piernas, haciendo que mi falda subiera hasta la mitad de mis muslos. Mis piernas largas, muy juntas, uno de mis pies se balanceaba ligeramente enfundado en su tacón alto y él ante esa visión y con movimientos bruscos me dijo que se corría, y yo le miraba como expulsaba su semen. Después me incorporé y volví a meterla en mi boca para chuparla, limpiarla con mi lengua y notar sus espasmos tras el orgasmo.

Nos miramos a los ojos, no habíamos vuelto a hablar, no nos habíamos dicho nada más, pero tras un nuevo beso me dió una tarjeta con su nombre y su teléfono y me pidió que le llamara, quería conocerme mejor… y yo también quería conocerle más… seguro que le llamaría… otro día que no tuviera tanta prisa…

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