Comida con Mónica y Jose –

Había quedado con Mónica en su hotel, la recogería yo y comeríamos juntas en el restaurante del hotel porque teníamos prisa por disfrutar la una de la otra. Ella me insistía una y otra vez en comer más tarde, pero yo le tenía una sorpresa reservada. Cuando nos preguntaron cuantos seríamos a la mesa, yo me adelanté y dije que tres, Mónica me miró sorprendida pero no dijo nada hasta que nos quedamos solas en la mesa, yo le dije que venía a comer con nosotras un amigo mío que quería conocerla. Ella se sorprendió de nuevo y, cuando hizo referencia a un posible trío, yo levanté mis hombros en señal de interrogación.

—¡¡Quién sabe…!! —le contesté—… depende de cómo te portes…

—Joder, me he mojado, me has excitado —su respuesta no se hizo esperar.

—Entonces vete al baño y quítate las bragas, pero déjate las medias y el liguero puesto, cuando venga mi amigo quiero que te note mojadita.

Salió del comedor en dirección a los aseos y poco después aparecía Jose, le hice una seña con la mano y le dije que se sentase en la silla que había entre Mónica y yo, me saludó brevemente y todo nervioso me preguntó que cual era la sorpresa que le tenía reservada. Cuando hablé por teléfono con él, le di la dirección del hotel y quedamos en el restaurante, “no faltes ni te demores… hoy se hará realidad uno de tus sueños más deseados” y colgué sin darle tiempo a replicarme, durante la mañana él había intentado ponerse en contacto conmigo pero yo no le había cogido el teléfono.

En ese momento apareció Mónica levemente colorada, yo sabía el motivo, pero ella sentía como si lo supiera todo el mundo, vio a Jose sentado a la mesa y acercando su cara, le plantó dos besos presentándose ella sola. Yo les miraba y sonreía, sobre todo mirando la cara de Jose, que era el que no sabía nada del encuentro y, poco después, sus ojos se iluminaron cuando comprobó lo guapa que es Mónica, lo íbamos a pasar muy bien, estaba segura.

Tras una comida agradable y cómoda, ya que los tres somos buenos conversadores, me saqué un chupachúp del bolso y comencé a chuparlo, Mónica se echó a reír mientras me decía lo sensual que estaba con el caramelo en la boca y mirándola muy seriamente le pregunte:

—¿Sigues mojada?

—Joder Jade, no sé como lo haces, pero consigues que me moje con una sola insinuación tuya — me dijo.

—A mí me has empalmado de golpe, ¿que propones? —dijo Jose.

—Jose, por favor, ¿quieres meter tu mano por debajo de la mesa y confirmarme lo que dice Mónica?

—Pero…

—Hazlo por favor. Mónica abre las piernas lo suficiente para facilitarle el acceso a Jose.

Jose se quedó un poco sorprendido pero hizo un leve movimiento bajo la mesa muy disimuladamente mientras ella me miraba a mí fijamente y sonreía picarona. Jose sacó su mano y me confirmó que efectivamente estaba mojada y mucho, entonces sin decirles nada más, le tendí el chupachús a Mónica y le dije:—Demuéstrame lo mojada que estás.

—¿Quieres que me lo meta en mí…?

—Sí. Ahora. Aquí.

Estiró la mano divertida, lo cogió y la hizo desaparecer por debajo de la mesa, tapada por el mantel.

—Joder Jade, como te pasas. Me tienes a cien, ahora mismo no podría levantarme de la mesa porque se notaría mi erección —dijo Jose.

Yo sonreía mientras Mónica hacía leves movimientos con sus hombros, que indicaban sus esfuerzos por meterse el chupachús, su cara indicó que lo había conseguido repitiendo el movimiento varias veces.

—Ya vale, no abuses que solo quería comprobar que es verdad que estás mojada, devuélvemelo.

Su mano reapareció y de mala gana me devolvió el chupachús que yo metí en mi boca, saboreándolo… ummm sabía a ella, tenia razón, estaba excitada. Ellos me miraban con cara de deseo y les dije: “Vamos a pagar… nos subimos ahora mismo”.

Cuando llegamos a la habitación, yo llevé mis manos a la cara de Mónica y nos besamos con pasión, mi lengua metida en su boca, sus manos recorriendo mi pecho, las mías acariciando su espalda, bajando por su faldita agarrándome a su culo, subiendo su falda poco a poco mientras el beso se prolongaba y ella iba repitiendo mis movimientos. Continuamos nuestro recorrido mientras nuestras ropas iban cayendo al suelo con impaciencia, a Mónica la dejé semidesnuda, solo se quedó con el liguero, las medias y los tacones puestos y yo me quedé desnuda del todo.

Miré a Jose que nos observaba boquiabierto, le hice desnudarse del todo en una esquina, mostrando una erección considerable y le ordené que se sentara en un sillón que había enfrente de la cama, que pusiera sus manos encima de los brazos del sillón y que bajo ningún concepto se acariciara la polla que palpitaba dando saltos, cosa que hizo sin objetar nada en absoluto. Cuando él y yo habíamos hablado de esta posibilidad, siempre me decía que se conformaba con mirar ante una relación sexual entre chicas y eso iba a hacer… Mirarnos mientras ella y yo disfrutábamos la una de la otra, iba a ser una agonía para él, pero tendría su recompensa si obedecía a todo lo que le ordenásemos nosotras.

Mónica atrajo mi atención inmediatamente y me hizo sentar en la cama, manteniéndose de pie delante de mí, la visión era espectacular, ella desnuda, con las medias negras enfundando sus piernas abiertas y su rajita rodeada de su vello púbico, sobresaliendo por el liguero… A la altura de mi cara, se me hizo la boca agua y sin esperar más, la metí entre sus piernas aspirando su olor a sexo, mis dedos follaban su vagina sin parar y mi lengua recorría su raja con urgencia, sabía al chupachús que se había metido antes, mientras sus manos oprimían mi cabeza contra ella.

Fue fácil provocarle el primer orgasmo, porque estábamos todos a mil, mientras mi mano libre frotaba mi clítoris suavemente. Después, ella me tumbó sobre la cama y se comió mi coñito mientras yo apretaba mis pechos y pellizcaba mis pezones. Lancé una mirada de lujuria a Jose para comprobar que no se acariciaba… que estaba al límite… entonces le dije que se acercara a Mónica por detrás y la follara con los dedos mientras ella me lo comía a mí. Quería que las dos disfrutáramos a tope antes de ocuparnos de él.

Nos corrimos las dos casi a la vez y le dije a Jose que volviera a su sillón, pero entonces se me ocurrió preguntarle a Mónica qué quería ella hacer con él. Mónica le preguntó qué estaría dispuesto a hacer y Jose excitadísimo le contestó que cualquier cosa… que lo que nosotras quisiéramos… que era nuestro puto esclavo. Ella fue al armario y dentro de su maleta había una bolsita, la abrió y sacó un vibrador. Miró a Jose y preguntó:

—¿Estás dispuesto de verdad a lo que nosotras queramos?

—Si, me tenéis en vuestras manos, pero por favor, dejadme que me corra, no puedo más, me está doliendo…

—No Jose, pronto, pero todavía no. Obedece a Mónica en todo, estás en buenas manos.

Yo continuaba tumbada en la cama boca arriba pero apoyada sobre mis codos mirando la situación y disfrutando mucho. Mónica me abrió las piernas, pasó un lubricante por el vibrador y me lo metió, comenzando a follarme, entonces le dijo a Jose que se pusiera entre mis piernas y que continuara él follándome, ella pasaba sus dedos por mi culo y metía la punta por mi anillo anal dilatándolo, mientras Jose iniciaba un mete y saca lento pero profundo, pero de repente Mónica embadurnó nuevamente el vibrador con el lubricante así como el culo de Jose… cuando le metió la punta de vibrador, Jose empujó fuertemente sobre mí corriéndose, lanzando gemidos y jadeando, cayendo sobre mí.

Fue una tarde grandiosa, donde disfrutamos mucho los tres con la sorpresa que les había preparado.

 

Las Pasiones ocultas de Jade, por Laura Soto. Diponible en Amazon

 

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