Olga me atrae desde que la conocí. Trabajamos juntas, nos divertimos juntas, caminamos juntas, ha venido a locales conmigo….hacemos muchas cosas las dos pero no habíamos compartido sexo. Sí que la había visto follar porque es con quién me fuí a un spa hace un año por lo menos y me ha acompañado varias veces pero no había catado su sexo.

Estaba a punto de suceder pero no sabía cuando ni donde… ahora ya lo se…

La recogí en su casa… con un vestido negro minifaldero, el sujetador sobresaliendo por la parte de arriba de color granate y esa sonrisa que lleva siempre puesta que me vuelve loca. De camino hacia Madrid me contaba todas sus fechorías en los últimos días… tiene historias de lo más divertidas con los hombres de su vida, jajajaja. Me pide consejo y yo se lo doy hasta donde puedo dar, mi forma de ver las cosas en el “amor” no es la estipulada ni la socialmente bien vista, así que solo puedo opinar por que ella puede que esté buscando otra cosa. Eso si, mientras encuentre, que disfrute todo lo que pueda y más.

Llegamos a Trama Vip, probamos el micro para mi lectura y, nos sentamos a disfrutar de una copa viendo como empezaba a entrar gente. Dos chicas irrumpieron en el local de forma que se nos iluminaron los ojos a las dos. Jajajaj, si a Olga no le gustan las chicas!!! o si… Una de ellas se acercó a mi, es la que se organiza juegos eróticos y nos pusimos de acuerdo en cómo íbamos a organizar la tarde. Había coincidido alguna vez con esa chica allí mismo pero hace muchos meses. Un encanto, guapísima, con un tipo estupendo y muy muy simpática. Olga le dijo que llevaba un atuendo precioso y que le quedaba muy bien… se le salían los ojos de las órbitas y eso me puso muy cachonda. Ver como miraba a esa mujer, me encantó.

Ellas fuman, así que, salían y hablaban y, establecieron un rollo muy agradable. La otra chica también estaba por allí así que verlas a las tres era un espectáculo. Olga, incluso, quiso hacerles una foto. La verdad es que están para pintarlas un cuadro jajajaja.

Bueno, llego el momento de mi lectura. Todo el mundo escuchaba atentamente. Quizás elegí un relato un tanto largo para la primera vez y tenía que haber ido más al “turrón” pero… enseguida animaron el cotarro mis amigas con un juego muy muy divertido en el que Olga y yo pasamos a ser participantes.

Nos taparon los ojos, sentadas en sillas altas y los chicos pasaban a olernos una a una. La verdad es que me excitó la situación. Yo no hice trampas jajajaj Olga si, y veía quién le olía. Yo preferí no saberlo y sus roces en el cuello, mejillas, alguno se acercaba más de la cuenta y las manos iban más allá de lo “correcto” pero fue una divertida experiencia. Luego fue al revés…. a Olga le gustaba uno de los chicos y, la verdad es que estaba muy pero que muy bien. Yo también me entretenía en él. Le olía, le acariciaba con mi nariz en sus orejas, con mi lengua, mis manos tocaban su pecho… Olga iba más allá: sus piernas cabalgaban una de las suyas, y los besos subieron de tono. ¡Vaya morreos que se daban! Con los demás también jugueteamos pero no tanto, la verdad.

Cuando el juego terminó se estaba haciendo tarde. Esto del toque de queda es una gran mierda, pero bueno, por lo menos tenemos algo aunque parezca que somos todas Cenicienta a las 10 y media de la noche y salimos corriendo aunque perdamos los zapatos.

Olga quería follarse a ese muchacho y yo iba a ayudarla. Nuestras nuevas amigas hicieron todo lo posible porque así fuera, así que se lo dijimos y nos fuimos arriba a esperar que apareciera. Olga y yo entramos en una de las habitaciones, nos desnudamos y le dije que mientras esperábamos y venía aquel hombretón la iba a embadurnar en aceite y le iba a dar un masaje.

Se dejó el tanga puesto, se tumbó sobre la sábana y volqué el bote de aceite en su espalda para pasar a ponerme sobre su culo a horcajadas. Un par de hombres de los que habían estado jugando con nosotras se quedaron mirando desde fuera. Estaba segura que se iban a poner muy cachondos viendo como untaba a mi amiga y, además viendo mi liguero y mi tanga sobre ella. Los tacones me los quité para no hacernos daño con ellos.

Comencé a masajear, la espalda, los brazos. Mis manos se apoyaban completamente en su piel. Recorría su columna de arriba a abajo y de abajo a arriba, su cuello. Las manos resbalaban. Cuando caían a los lados, las puntas de los dedos alcanzaban sus pechos, apretados contra el colchón. Los intenté notar varias veces sin intentar llegar a los pezones. Bajaba hacia las caderas y pensé en sobar también sus piernas y su culo… mmmm ¡¡¡que culo!!!

Me bajé de él y me puse al lado, dando mi espalda a los hombres que seguían mirando por el cristal. Eché más aceite en las piernas y comencé a mover mis manos para recorrerlas enteras. No habíamos dicho ni una sola palabra desde que empecé y en ese momento le dije:

  • “ Se me ocurren un montón de perrerías”

Ella, levantando los hombros y haciendo un gesto como de que podía hacer con ella lo que quisiera dijo: “ Aquí estoy,  pero me da rabia porque yo no se darte placer a ti”

Era el momento… iba a disfrutar de ella plenamente y solamente esperaba que lo disfrutara como yo… o más. Le dije que no se preocupara por eso, que hoy le iba tocar gozarlo a ella.

Le quité el tanga y eché más aceite en mis manos. Me estaba excitando muchísimo pensando que le iba a dar placer. Acaricié sus nalgas, toda la superficie de mis manos tenía su culo en ellas. Fuí acercándome a su raja, abrí sus cachetes por un momento con mis manos y toqué. La posición de mi mano derecha cambió para tener mejor acceso a su entrepierna. Ella se abrió ligeramente, se estaba entregando.

¡¡Uff, como estoy!! Por un lado tenía miedo de “el después” pero por otro lado pensé que ella se merecía disfrutar del momento y yo también. Además el hombretón no había aparecido y nos tendríamos que ir en breve.

Toqué su clítoris, desde atrás. Lo masajeé lentamente, acariciándolo. Notaba su humedad y también la mía. Comenzó a jadear e introduje mi dedo corazón en su coño. Entró solito. Estaba taaaannnn húmeda. ¡¡Que lujo de coño!! La follaba con mi dedo y creí sentir un orgasmo suyo, aunque no estaba segura. Saqué mis dedos y volví a masajear su clítoris, un poco más rápido. Ella estaba chorreando. Volví a meter mi dedo pero acompañado de otro más y follé de nuevo buscando el punto de placer dentro de ella. Comenzó a agitar las caderas, se movía en círculo, se estaba acelerando… gemía, se sacudió, jadeaba… yo me volví loca y solo quería que se volviera a correr. Lo conseguí, el coño chapoteaba de placer y ella dejó de sacudirse. Saqué mi mano y masajeé sus nalgas. Fue entonces cuando me dijo, dándose la vuelta:

  • ¡Ven aquí, morréame y tócame las tetas!

Entonces me abalancé sobre ella, sobre sus labios. Sus besos me sabían a gloria. Mis manos acariciaban sus pechos y mi culo estaba en pompa hacia los hombres que allí permanecían como diciendo … ¿nadie va a follarme hoy?

Seguimos besándonos un buen rato y cuando me aparté le pregunté:

  • ¿Te ha gustado?
  • Pues claro, mucho, un par de veces, jajajaja (refiriéndose a las que se había corrido)
  • Bueno, creo que nos tenemos que ir, es tarde
  • Si, vamos a vestirnos y nos vamos
  • Al final no ha subido el hombretón
  • ¡¡Que le den!!, él se lo ha perdido…
  • Pues si, él se lo ha perdido

Con una gran sonrisa bajamos las dos las escaleras y nos despedimos hasta el próximo día, que seguro que es muy pronto. Era su primera vez con una mujer y estoy segura de que no será la última.

 

Por Estefanía Mor de «40 Historias de Sexo»

 

 

 

 

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