Me ofrecieron leer mis relatos en directo en un local de intercambio en Madrid, es un local
muy acogedor y donde me encuentro muy a gusto cuando voy, así que, sin dudarlo, les dije que sí, que contaran conmigo.

Una muy buena amiga que, está ahora en proceso de descubrimiento, se anima a venir conmigo últimamente. Olga me atrae desde que la conocí. Sí que la había visto follar porque me ha acompañado varias veces a locales de intercambio pero no había catado su sexo. Estaba a punto de suceder pero no sabía cuando ni donde… ahora ya lo se…

La recogí en su casa… con un vestido negro minifaldero, el sujetador sobresaliendo por la parte de arriba de color granate y esa sonrisa que lleva siempre puesta que me vuelve loca.

Bueno, en el local, leí mi relato y después Olga y yo pasamos a ser participantes en un juego erótico propuesto por unas animadoras guapísimas. Nos taparon los ojos, sentadas en sillas altas y los chicos pasaban a olernos una a una. La verdad es que me excitó la situación. A Olga le gustaba uno de los chicos y, la verdad es que estaba muy pero que muy bien. Cuando el juego terminó se estaba haciendo tarde. Esto del toque de queda es una gran mierda, pero bueno, por lo menos tenemos algo aunque parezca que somos todas Cenicienta a las 10 y media de la noche y salimos corriendo aunque perdamos los zapatos.

Olga quería follarse a ese muchacho y yo iba a ayudarla. Hablamos con el chico y nos fuimos arriba a esperar que apareciera. Olga y yo entramos en una de las habitaciones, nos desnudamos y le dije que mientras esperábamos y venía aquel hombretón la iba a embadurnar en aceite y le iba a dar un masaje. Se dejó el tanga puesto, se tumbó sobre la sábana y volqué el bote de aceite en su espalda para pasar a ponerme sobre su culo a horcajadas. Un par de hombres de los que habían estado jugando con nosotras se quedaron mirando desde fuera. Estaba segura que se iban a poner muy cachondos viendo como untaba a mi amiga y, además viendo mi liguero y mi tanga sobre ella. Los tacones me los quité para no hacernos daño con ellos.

Comencé a masajear, la espalda, los brazos. Mis manos se apoyaban completamente en su piel. Recorría su columna de arriba a abajo y de abajo a arriba, su cuello. Las manos resbalaban. Cuando caían a los lados, las puntas de los dedos alcanzaban sus pechos, apretados contra el colchón. Los intenté notar varias veces sin intentar llegar a los pezones. Bajaba hacia las caderas y pensé en sobar también sus piernas y suculo… mmmm ¡¡¡que culo!!!

Me bajé de él y me puse al lado, dando mi espalda a los hombres que seguían mirando por el cristal. Eché más aceite en las piernas y comencé a mover mis manos para recorrerlas enteras. No habíamos dicho ni una sola palabra desde que empecé y en ese momento le dije:
– “ Se me ocurren un montón de perrerías”

Ella, levantando los hombros y haciendo un gesto como de que podía hacer con ella lo que quisiera dijo: “ Aquí estoy, pero me da rabia porque yo no se darte placer a ti” Era el momento… iba a disfrutar de ella plenamente y solamente esperaba que lo disfrutara como yo… o más. Le dije que no se preocupara por eso, que hoy le iba tocar gozarlo a ella. Le quité el tanga y eché más aceite en mis manos. Me estaba excitando muchísimo pensando que le iba a dar placer. Acaricié sus nalgas, toda la superficie de mis manos tenía su culo en ellas. Fuí acercándome a su raja, abrí sus cachetes por un momento con mis manos y toqué. La posición de mi mano derecha cambió para tener mejor acceso a su entrepierna. Ella se abrió ligeramente, se estaba entregando.

Uff, como estoy!! Por un lado tenía miedo de “el después” pero por otro lado pensé que ella
se merecía disfrutar del momento y yo también. Además el hombretón no había aparecido y nos tendríamos que ir en breve. Toqué su clítoris, desde atrás. Lo masajeé lentamente, acariciándolo. Notaba su humedad y también la mía. Comenzó a jadear e introduje mi dedo corazón en su coño. Entró solito. Estaba taaaannnn húmeda. ¡¡Que lujo de coño!! La follaba con mi dedo y creí sentir un orgasmo suyo, aunque no estaba segura. Saqué mis dedos y volví a masajear su clítoris, un poco más rápido. Ella estaba chorreando. Volví a meter mi dedo pero acompañado de otro más y follé de nuevo buscando el punto de placer dentro de ella. Comenzó a agitar las caderas, se movía en círculo, se estaba acelerando… gemía, se sacudió, jadeaba… yo me volví loca y solo quería que se volviera a correr. Lo conseguí, el coño chapoteaba de placer y ella dejó de sacudirse. Saqué mi mano y masajeé sus nalgas. Fue entonces cuando me dijo, dándose la vuelta:
– ¡Ven aquí, morréame y tócame las tetas!

Entonces me abalancé sobre ella, sobre sus labios. Sus besos me sabían a gloria. Mis manos acariciaban sus pechos y mi culo estaba en pompa hacia los hombres que allí permanecían como diciendo … ¿nadie va a follarme hoy?

Seguimos besándonos un buen rato y cuando me aparté le pregunté:
– ¿Te ha gustado?
– Pues claro, mucho, un par de veces, jajajaja (refiriéndose a las que se había corrido)
– Bueno, creo que nos tenemos que ir, es tarde
– Si, vamos a vestirnos y nos vamos
– Al final no ha subido el hombretón
– ¡¡Que le den!!, él se lo ha perdido…
– Pues si, él se lo ha perdido

Con una gran sonrisa bajamos las dos las escaleras y nos despedimos hasta el próximo
día, que seguro que es muy pronto. Era su primera vez con una mujer y estoy segura de
que no será la última.

Relato participante en el Concurso de Relatos Eroticos «Muerde la Manzana»

 

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