“Sonó mi móvil en plena vorágine de trabajo, a media mañana, pero al ver en la pantalla su nombre fue como si un paréntesis me hubiera aislado del ruido de la oficina, incluso antes de descolgar ya me había aislado en una burbuja para atender su llamada.
—Hola.
—Quiero verte.
—Estoy trabajando…
—¿De cuanto tiempo dispones para comer?
—De una hora… salgo a las 2…
—¿Donde nos vemos?
—Hmmmm, espera… muy cerca de la oficina he visto un hotel, reserva habitación y mándame un sms con el número.
—No tardes. Te estaré esperando y… “comeremos juntos”.

Continué trabajando el tiempo que me quedaba hasta las 2 de la tarde, aunque me costaba concentrarme. Un poco antes de la hora, me dirigí al baño y me estuve maquillando un poquito, lo justo… un poquito de rimel, un poquito de carmín en los labios, un poquito de perfume… listo.

Bajé corriendo las escaleras de la oficina, me dirigí hacia mi coche con paso ligero, y cuando ponía la llave de contacto me entró un mensaje… “269” (ummm… buen número… al ataque… a disfrutar a tope…) y poniendo el coche en marcha, tardé cinco minutos escasos en aparcarlo delante de la puerta del hotel.

Con paso firme y haciendo sonar mis tacones, atravesé la recepción y mi dirigí al ascensor que me llevaría a la segunda planta, donde creía que estaba esa habitación, notaba los latidos de mi corazón, estaba deseando llegar, y cuando vi en la puerta 269… cogí aire y con los nudillos apretados llamé…

Abrió la puerta y me hizo pasar con cierta brusquedad, cerrando la puerta de un golpe, me puso contra la pared levantando mis brazos por encima de mi cabeza y sus manos subían y bajaban por mi cuerpo a su antojo, mientras su boca recorría mi boca, mi cuello, el lóbulo de mi oreja, dejando una sensación de fuego con su aliento, su cuerpo apretado contra el mío, haciéndome notar con su erección que ya estaba preparado, que tenía ganas y yo me humedecía desde que entré, notaba mis fluidos empapar mis braguitas.

Nos desnudamos con muchas prisas, dándole tirones a la ropa y cuando estuvimos desnudos, él me dio la vuelta y puso mi cara y mis manos en la pared, me hizo separar las piernas y retirarlas, estaba inclinada dejando a su merced mi culo, con las piernas abiertas, acercó una silla y me hizo poner una pierna sobre ella, la postura ya me estaba excitando, pero más cuando estando totalmente abierta y de espaldas… sin verle la cara ni saber sus intenciones empezó a pasar su mano por mi rajita totalmente lubricada, llenó sus dedos de mis flujos, llevándolos hacia arriba hasta mi ano, su mano recorría mi raja en toda su longitud, llegaba hasta mi clítoris, volvía hacia mi vagina e introducía sus dedos dentro haciendo un mete-saca leve, para después de retirarlos y continuar hasta mi ojete, donde presionaba levemente haciendo círculos.

Su otra mano recorría mi espalda, rodeaba mi cintura y aprisionaba un pecho pellizcando mi pezón, yo totalmente excitada, dejaba escapar gemidos mientras mi pelvis ejercía movimientos al mismo ritmo que la mano de él me masturbaba desde atrás. Mi respiración se aceleró y mis gemidos se convirtieron en gritos cuando noté una corriente eléctrica que me recorría la espalda, mientras sentía como me llegaba mi primer orgasmo.

Sin darme descanso y en la misma posición, mientras aún recuperaba el aliento, me penetró con su polla dura y erguida hasta el fondo, sus movimientos fueron desde el principio duros y rápidos. Yo estaba muy caliente, de pie, mirando a la pared, inclinada hacia delante, con una pierna encima de una silla y penetrada desde atrás, me cogía del pelo y tiraba de mi cabeza hacia atrás… me tenía donde él quería… enteramente entregada a él.

Pronto sentí que me iba a correr de nuevo, y cuando se lo dije, paró… me tumbó en la cama y abriendo mis piernas metió su cabeza entre ellas, su lengua terminó el trabajo que había comenzado antes su polla y consiguió que temblara de nuevo ante otro orgasmo, esta vez él se bebió toda mi corrida porque no se retiró hasta que mi respiración volvió a la normalidad. Yo quería montarle, cabalgarle, sentirme llena de él, pero estaba cansada y con apenas poco tiempo y decidí hacerle una “comidita” como justa recompensa al placer que él me había dado.

Le hice tumbarse en la cama, yo me arrodillé entre sus piernas y cogiendo su polla entre mis manos, comencé a lamerla. Estaba dura y cuando apretaba mi mano sobre su base… notaba como palpitaba, y sin pensarlo más me la fui metiendo despacio hasta el fondo y mirándole a los ojos veía su cara de placer y notaba su polla dando saltitos dentro de mi boca, chocando contra mi paladar, metiéndola cada vez un poco más hasta que su pelvis se levantó y sentí que le venía y me dispuse a tragar todos los chorros de esperma que salieran disparados.

Tras despedirnos apasionadamente, cogí mi coche y salí. Tenia el tiempo justo para vestirme e irme a la oficina de nuevo, no podía ducharme, y me notaba un olor a sexo que delataba en que había consistido ese día mi “comida”.”

Fragmento de: Laura Soto. “Las pasiones ocultas de Jade”. Disponible en Amazon

 

 

 

 

 

 

También te gustará: Relato erótico – Con sabor a ti.