—Hola Jade, ¿qué tal sigues preciosa?

—(Uy y este de qué me conoce) Hola ¿qué tal?

—¿Que tal lobita? (Joder, que familiaridad).

—Muy bien, ¿nos conocemos?

—Eso solo te lo diré cuando te tenga delante de mí (Uyyyy lo que me ha dicho…)

—Entonces… si me lo dirás cuando me tengas delante de ti, ¿es que nos conocemos?

—Eso solo te lo diré cuando te tenga delante de mí, aunque no podré hablar cuando te tenga delante de mi (Joder, entra fuerte… entra a saco, menuda chulería)

—¿Y porque no podrás hablarme cuando me tengas delante de ti?

—Porque tendré la boca ocupada (Ummm).

—¿Con que?

—Con tus tetas… con tu boca… con tu coño… (Gluppp, la Jade sin palabras, rrraro… rrrraro… rrrraro…)

—¿Ah, sí?

—Te invito a comer a mi casa (Joooderrrrr)

—Uyyy así, ¿¿sin paños calientes?? jajaja

—Te estas echando atrás… ¡¡¡ponte delante!!! (¡¡Pero bueno!!)

—Como dices?

—¡¡¡Ponte delante!!! (Uyyy, la ostia, ¿estaré entendiendo mal?)

—Pero ¿que quieres?

—No te atreves a venir a mi casa (Uyyy que no me atrevo)

—Venga vale

—Tendremos una buena “comidita” y luego postre (Ahora si que he entendido todo jajaja)

—Ya… pero… es que…

—No te atreves ¡¡¡ponte delante!!! no te atreves (Cagoentó)

—Mañana a las 3’30 nos vemos.

Cuando entró en el coche, pensé… “ummmm tiene la cabeza afeitada… ummmm me encantará que un «cabeza rapada» me coma el coño, ummmm… al final va a resultar una gran comida”.

Subimos a su casa, una buhardilla en un tercero sin ascensor. Habíamos elegido el día que más calor hacía en Madrid (50º al mediodía, ufffff) y cuando llegamos íbamos sudando un poco y nos costaba trabajo respirar, me senté en el sillón mientras él sacaba una botella de agua del frigorífico que nos bebimos de golpe entre los dos y de repente se puso de rodillas sobre el sillón a mi lado y sin esperarlo me besó.

Era un beso duro, como su apariencia de chico malo, pero el beso poco a poco se fue alargando, convirtiéndose en sensual. Su mano cogió mi pecho retiró mi camiseta y mi sujetador y el pezón apareció duro, “¿¿Ummm y esto?? jeje”, “Joerrr y como quieres que esté con este asalto… los pezones duros y las bragas mojadas”, eso fue todo lo que pude decir… sus besos se intensificaron y casi no podía respirar mientras me quitaba la ropa de cintura para arriba.

A continuación se levantó y se quitó la camiseta y el pantalón corto que llevaba, quedándose totalmente desnudo y, ofreciéndome una considerable erección, se puso delante de mí poniendo su polla a la altura de mi boca. Yo la chupé golosa, la metía… la sacaba… succionaba mientras miraba el placer que reflejaba su cara. Agarró mi pelo y comenzó a follarme la boca más deprisa hasta que dijo: “Para… quiero follarte y correrme dentro de ti…”

Me levanté, terminé de desnudarme mientras él me miraba desde el sillón, me senté a su lado y volví a inclinarme sobre su polla, mientras me metía sus dedos por el ano y por mi sexo empapado… Yo movía mi cabeza arriba y abajo al mismo ritmo con que él me follaba mis dos agujeros… mis jadeos eran sofocados… tenía la boca llena (jajajja).

Levanté la cabeza y volvimos a besarnos una y otra vez y le dije: “Quiero ver qué tal juega esa lengua con mi coñito…”. Me sentó en el sillón, se arrodilló entre mis piernas abiertas y la pasó por mis labios y chupaba mi clítoris, mis manos apretaban su cabeza afeitada contra mí, metía sus dedos de nuevo y me follaba, yo jadeaba, sudaba, tenía la boca seca y pasaba mi lengua por mis labios… Hasta que me llegó un orgasmo que me dejó convulsionando y besándonos.

Él estaba muy caliente, quería follar, y yo seguía excitada y quería más. Me tumbé en el suelo con unos almohadones debajo de la cabeza mientras él se ponía un preservativo y… joderrrr, que postre estaba teniendo, ummmm, jadeábamos, sudábamos y, a punto de correrse, me agarró del pelo y susurrando “zorra… zorra…”, se corrió dentro de mí…

Nos levantamos entre risas, besos, abrazos, sudor, nos lavamos un poco y desnudos como estábamos nos pusimos con la comida que me había preparado. Él ponía la mesa mientras yo servía los platos. Nos sentamos y comimos… y mientras él me contaba muchas cosas suyas, yo notaba que mi excitación no había desaparecido, es más, ¡iba aumentando!

Terminamos de comer, yo me quedé sentada en el sillón viendo como él quitaba la mesa e iba de un lado a otro y desde el frigorífico me dice: “Me haces un favor?”, “Depende”, y sin decirme nada más se acerca a mi y mete su polla en mi boca diciéndome: “Chúpamela…” (ummmm, más postre, más completito) Yo estaba tan caliente que chupaba su miembro a la vez que frotaba mi clítoris. Cada vez corría yo más, con mi boca en su pene, con mis dedos en mi sexo, con mis jadeos… me dice: “Espera que no me voy a correr”, paré, se sentó a mi lado y continuó masturbándome él hasta que notamos los dos las convulsiones que me venían, de un nuevo orgasmo, notaba que estaba gritando… Menos mal que teníamos la música alta que amortiguaba mis fuertes jadeos y grititos, jajaja.

Nos sentamos agotados y charlamos mientras recuperábamos fuerzas y bebíamos mucha agua, él me preguntaba cosas de Jade y, mientras yo le contaba, él no paraba de tirarme pellizquitos y acariciarme el pezón de mi pecho (joderrrr, así no hay manera de no volver a excitarse, uffff).

Preparó un postre muy dulce y muy rico que me iba dando él de su misma cuchara. Después sacó un helado que también compartimos, puso el portátil y cotilleamos por la red. Fui a darme una ducha y cuando salí él estaba viendo una película porno. Me senté a su lado y la vimos juntos. Era divertida la situación, después de llevar 3 horas follando, que tuviéramos ganas de ver una porno, jajajaja (cagoenlaputa… otra vez me siento mojada… joderrrrr). Él se metió a darse una ducha y yo me quedé viendo la película y tuve que tumbarme en el sillón y hacerme un dedito que por fin termino por relajarme (¡¡Jesús, qué día!!).

Cuando bajamos a la calle y nos montamos en el coche, él me miraba y me decía: “Ummm realmente Jade… besas muy bien…”, y yo carcajeándome le contesté: “Yo siempre lo digo jajaja, pero nadie me cree hasta que no lo prueban jajaja”. “Ayyy Jade… Jade… la española cuando besa… besa como Jade…”, a lo que los dos nos reímos mucho.

¿Cuándo me vas a invitar otra vez, Kostitas… a la comidita y al postre?

 

De «Las pasiones ocultas de Jade» por Laura Soto. Disponible en Amazon

 

 

 

 

 

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