Tenía el cuerpo satisfecho, incluso el coño un tanto dolorido por tanto ajetreo. Estando en la cama, unos minutos tras haber follado, seguíamos abrazados y sobándonos. Él me pidió que me diera la vuelta y le diera la espalda para hacer la cucharita y pudiera acariciarme mejor.

Las caricias fueron subiendo de tono. De repente sentí su rabo en mi culo, duro, queriendo penetrar. Los toqueteos eran cada vez más prensiles. Me sentía atrapada. El aliento me llegaba cálido al cuello, a mi oreja, a la parte superior de mi hombro. Su respiración se agitaba al igual que la mía. Comencé a poner el culo en pompa. Quería sentir su polla dura y ver cuántas ganas tenía de meterla. Las caderas se movían hacia adelante, empujando y haciendo que sintiera la dureza. Mi coño chorreaba una mezcla del semen de su corrida anterior con el flujo que motivaba que me estuviera activando tanto. Me estoy poniendo muy cachonda. Mis ojos están cerrados. Llevo una mano a uno de mis pechos para apretarlo junto con su mano. Le ayudo a que lo haga, a que presione y así sentirlo.

Esa polla se abría camino y se acercaba a un agujero que no era el del coño. Entre sonrisas, suspiros y jadeos le dije: “¡¡Por ahí no es!!” A lo que él me contestó: “Si, si que es por ahí”

Mmmmm, se erizaron todos los pelos de mi cuerpo. Su capullo intentaba abrir camino en mi ano. Esa polla tan grande va a hacerme sentir muy abierta. No hace falta lubricar nada. Mi propio cuerpo ha hecho esa labor chorreando de mi coño todo lo necesario para que ahora, mientras presiona poco a poco, se abre y entra. Un poquito más, otro poco más, otro centímetro más adentro.

“¡Qué calentito lo tienes, amor!, ufffff, ¡que rico!, mira, mira, mira como entra …. “ me decía susurrante al oído mientras apretaba todo lo que podía. Cada empujón hacía que esa verga dura y gorda me penetrara hasta que llegó al fondo. Cuando noté que no entraba más mi cuerpo comenzó a temblar, me estaba corriendo. No podía más del placer. Me estaba volviendo loca. Cuando le dije que me corría, me agarró del pelo y comenzó a tirar hacia atrás y sus movimientos se aceleraron. Mi coño palpitaba, no dejaba de sentir placer. Ponía el culo hacia afuera lo más que podía, quería que entrara bien, muy bien y, en esa posición, no tardó mucho en tocar el punto en el que mi cuerpo se vuelve volcán y suelta su lava. Él seguía apretando y apretando y yo, en mi locura, apoyé el codo en el colchón para empujar más hacia él y le decía que no parara de follar: “¡¡¡¡sigue, sigue, sigue, así, así… me voy a correr!!!!!” Buahhhhhhhh…. un chorreón caliente y abundante inundó sus huevos, su tripa, el colchón. Salió disparado… lo noté en mi pierna, caliente, muy caliente. ¡Vaya corrida que acababa de tener! pero quería más y seguí haciendo presión contra esa verga.

El ritmo era frenético, metiéndola hasta el fondo. Mi culo seguía bombeando placer, estoy segura de que lo notaba en su polla y no tardó en correrse también. Me dió todo su regalo dentro de mi, por la parte de atrás mientras yo me volvía a correr de nuevo.

Mientras llegaba la calma a nuestra respiración, le oí decir suspirante: ¡¡Qué pasada!!

Por Estefanía Mor de «40 historias de sexo»

 

 

 

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