Relato finalista de la II Edición del Concurso de Relatos Eróticos «Muerde la Manzana»

Busco entre la multitud y al fin lo veo. Nuestras miradas se cruzan y me asiente levemente. Nervios y excitación por igual recorren mi cuerpo al pensar en lo que está por venir.

Y como cada vez que venimos al club, yo solo puedo pensar en él. El hombre al que solo puedo ver una vez al mes. El hombre que me hace arder y que me hace ponerlo todo en riesgo.

Mi matrimonio con Dani es abierto, pero si mi marido supiera que, en este último año, solo he estado con una persona aparte de él, tendríamos que replantearnos las cosas. Él está no-sé-dónde, con no-sé-quién, que es lo que acordamos desde un principio. Se supone que no repetimos con nadie… Y, sin embargo, no soy capaz de alejarme del hombre que podría ser mi perdición. Prohibido por partida doble, Marc no solo está casado, sino que también es mi jefe; y el morbo de estar con él una vez al mes, me vuelve loca.

Al llegar a nuestra habitación privada me quito el vestido rápidamente y me miro al espejo. La lencería roja me la encontré hoy debajo de mi mesa de trabajo; es la manera que tiene Marc de dejarme saber que va al club y de darme la orden de lo que debo llevar puesto. Su lado Dominante añade fuego a una situación ya de por si ardiente.

No tarda demasiado en entrar por la puerta y para entonces yo ya estoy de rodillas, esperándole. Llevo una coleta alta y me pega un tirón suave, inclinando mi cabeza hacia atrás. El beso que me da me hace gimotear y desear más.

– Levántate.

Me ayuda a incorporarme y la manera en la que me ha dado la orden, es casi un gruñido. Marc me desea tanto como yo a él, se nota en cada beso, cada caricia.

Su beso se vuelve más urgente mientras tira de mi cabello con una mano y me quita el sostén con la otra.

– Mírame.

Nerviosa, lo miro a los ojos. Sus labios se cierran alrededor de mi pezón y tira de el lo suficientemente fuerte como para hacerme gemir. Cuando añade sus dientes a la tortura, tengo que morderme el labio para no gritar. Después de un rato de jugar con ambos pezones, me da otra orden.

– Súbete a la cama.

Mis ojos se entrecierran brevemente. Normalmente, se toma su tiempo adorando mi cuerpo, pero hoy esta impaciente como nunca antes. Aun así, le obedezco de manera instantánea.

– ¿Recuerdas la fantasía que me contaste hace algún tiempo? – me pregunta mientras ata mis muñecas a la cabecera.

– Te he dicho más de una… vas a tener que ser más específico.

Él sonríe y coje un pañuelo de seda negro que ha sacado de Dios sabe dónde. Mientras me lo coloca sobre los ojos y lo ata detrás de mí cabeza, me susurra al oído – Quieres saber cómo sería estar con dos hombres, ¿no?

Asiento mientras sus manos acarician mi rostro y bajan lentamente hacia mis pezones, los cuales pellizca con fuerza. Mi respiración se entrecorta y puedo sentir como mi tanga se humedece solo con pensar en lo que Marc está mencionando. Dos hombres, solo para mí… ¿Qué mujer no ha tenido esa fantasía?

– Entonces, ¿sigue siendo algo que quieres?

Asiento de nuevo de manera casi desesperada. – Sí, por favor. Por favor…

La puerta se abre y puedo oír unos susurros suaves; pero no logro entender lo que están diciendo. De repente, una boca se cierra alrededor de cada uno de mis pezones haciéndome gemir fuertemente. La sensación de tener dos pares de labios chupándome es más intenso de lo que podría haber imaginado y mis caderas se levantan de la cama buscando… algo.

Uno de ellos baja su mano por mi cuerpo y la cuela bajo mi tanga. Gimo cuando un dedo se sumerge dentro de mi húmeda vagina y luego sale para rodear mi clítoris. Estoy abrumada por las sensaciones y me resulta difícil respirar.

Aunque mis piernas no están atadas a la cama, no hay peligro de que las cierre, sobre todo cuando el hombre que me está tocando tan íntimamente, baja por mi cuerpo y me quita la ropa interior.

Me muero por tocarlos a ambos, ya que parece que no puedo distinguir entre quién es Marc y quién es el otro hombre.

Ese pensamiento se esfuma en cuanto una lengua me lame en ese lugar tan íntimo y comienza a chupar en perfecta sincronización con la forma en que la otra persona juega con mis pezones. Cuando se mueve para reclamar mis labios, se traga mis gemidos. De alguna manera me resulta familiar, pero mi clítoris está siendo succionado con fuerza, por lo que es difícil formar un pensamiento coherente.

Siento como se sube a la cama y me roza los labios con su dura polla para que abra la boca, y se la chupo con avidez. Su sabor lo conozco bien y cuando me doy cuenta de quién es, mi corazón se acelera. Estar con mi marido y mi amante ha sido mi mayor fantasía desde el principio, y de alguna manera Marc y Dani han encontrado la manera de hacerlo realidad.

– Está empapada – dice Marc. – ¿Crees que ya lo sabe?

Gimo y asiento alrededor de la polla de mi marido.

– Ah sí, mi querida esposa sabe exactamente quién se la está follando, ¿no es así, peque?

Me arrancan la venda de los ojos y miro al hombre al que prometí amar hasta que la muerte nos separe. Me acaricia la cara con cariño antes de mirar a Marc y asentir. Dani me folla la cara bruscamente justo cuando siento que Marc entra en mi coño con una fuerte embestida. Dios, esto es explosivo…

Cuando miro a mi jefe, me sonríe y de alguna manera, sé… estos dos hombres son míos. Al menos por ahora.

 

Por Alma Noir

 

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