Hace días quedé con Jose, un amigo mío, con él tuve una sesión de sexo telefónico, después nos volvimos a encontrar en un parking.

La última vez que nos vimos, no había posibilidad de quedar en un hotel, ni ir a unos grandes almacenes, ni nada de nada. Él solo podía escaparse unos minutos de la oficina para vernos, por lo tanto, tendríamos que repetir nuestro encuentro en el parking, pero yo quise añadirle un poquito de picante a nuestro encuentro. Yo tenía un conjunto de ropa interior sin estrenar que me habían regalado los “Reyes Magos” y quise verle a él vestido con el sujetador y con el tanga negro con rayitas rosas.

Aparqué el coche en el mismo parking de la última vez, cercano a su oficina, esta vez lo bajé hasta la 4ª planta y en una zona con poquita luz.

Él me esperaba a la salida del aparcamiento y tras saludarnos, nos fuimos al VIPS a tomar un café. Cuando entramos le entregué la bolsa con la ropa interior y tras pedir la consumición al camarero… él desapareció en los lavabos para cambiarse.

Cuando apareció con cara de póquer, me dio la risa porque el sujetador se le notaba casi en la garganta porque no se lo había podido abrochar, pero estaba encantado con el morbo de llevar puesto un tanga, además estaba totalmente empalmado y le oprimía la polla.

Tras terminar nuestro café, salimos disparados al aparcamiento, deseando ver el efecto del tanga apretando contra su pene erecto. Ya en el ascensor nuestras bocas se buscaron con ansiedad y me apretaba contra la pared haciéndome notar su propia excitación.

Llegamos al coche y tras ocupar el asiento del copiloto se quitó la chaqueta, la corbata y abrió su camisa mostrando el sujetador en un pecho cubierto de vello haciendo que aparecieran sonrisas en nuestros labios. A continuación se abrió el pantalón, que bajó hasta sus rodillas mostrando un tanga negro con encaje tremendamente abultado por su pene que palpitaba queriendo salir. Nos besábamos mientras mi mano se dirigía hacia allí oprimiéndole, después saqué su polla erecta y dura por un lateral del tanga y tras separarme de él, me la metí en la boca despacito… lentamente… oprimiendo su base con mi mano y notándola crecer y palpitar dentro de mí. Mi cabeza subía y bajaba muy lentamente, él me pedía que le besará, decía una y otra vez que le gustaban mis besos. Entonces era mi mano la que se movía cada vez más rápido y la apretaba. Tras unos momentos así, mi boca volvía a apoderarse de ella y volvía a disfrutar con mi lengua recorriéndola entera, metiéndomela hasta el fondo, hasta abajo del todo mientras oía sus gemidos de placer, y volvía a cogerme la cara para volver a besarme.

Una de las veces, él paró de besarme y miramos los dos hacia un lateral por la ventanilla, pasaba una pareja que iba hacia su vehículo y nos miraron de reojo… no creo que vieran nada, pero mi mano aprovechó ese momento para apretar su polla más fuerte, para acelerar los movimientos para que él me notara más presente mientras nos miraban, y yo le miraba a los ojos, con mi cara muy próxima a la suya, sintiéndole mío, notando mi poder sobre él y él dejándose hacer, solo jadeando, notando como le sobrevenía el orgasmo y avisándome para que mi boca se volviera a apoderar de esa polla que se derramó dentro de mí entre espasmos y jadeos.

Después hubo besos, palabras tiernas, risas y comentarios por la pinta con el sujetador y el tanga y toda una odisea para desnudarse completamente y quitárselo y volver a vestirse de nuevo ahora ya con su slip.

Tras una despedida en toda regla, nos emplazamos para otro momento con más imaginación… de hecho, ya estoy ideando algo para nuestro próximo encuentro…

De «Las pasiones ocultas de Jade» por Laura Soto. Disponible en Amazon

 

 

 

 

 

 

 

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