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El día siguiente de trabajo fue muy largo. Él estaba nervioso, como ido y yo no hacía más que pensar en esos condones que había que comprar. Lo hice, busqué un hueco y me escapé a una farmacia. Se lo hice saber y se puso muy nervioso, lo noté. A la hora de la cena dijo que se encontraba mal y que no venía con nosotras, que se iba a la habitación…..uyyyy que mal pinta esto!! Después de la cena con mis compañeras entre despacio en la habitación preguntando cómo estaba y me dijo que no muy bien, así que le di un beso en la mejilla y le dije que no se preocupara, que descansara. Era la última noche en el hotel y me iba a volver con los condones sin estrenar.

Después de la vuelta a la normalidad unos cuantos días después, un sábado que me levante muy pronto para ir a trabajar, sonó el timbre de casa. Eran las seis y media de la mañana. Salí a la puerta del jardín y allí estaba, de pie, apoyado en la puerta pidiéndome que le dejara dormir allí, que había bebido y que no quería que su madre le viera así. Y yo, tenía que irme a 150 km a trabajar y salir en 15 minutos. Le deje pasar, se sentó en mi cama y yo seguí arreglándome en el baño. Cuando llegue estaba completamente desnudo con su gran polla esperándome. Esta vez los condones estaban en la mesilla. Mi coño se contradecía, se tenía que ir a trabajar, y eso era algo muy serio, pero por otro lado estaba generando una cantidad de fluido un tanto exagerada que empapaba las bragas, elegidas sin gusto esa mañana.

Él estaba borracho, bastante borracho. ¿Necesitaba el punto de valentía que te da el alcohol para follar conmigo? Pues, así no me apetecía, la verdad. Le cogí la polla, se la chupe, la manosee, le bese y le dije que durmiera la mona, que cuando se despertara yo estaría allí para que follaramos.

Él no estaba allí cuando volví…

Qué difícil iba a ser follar con ese pollón. Pero la situación no era fácil. Aunque sabía que sucedería, me iba a costar y sería él el que viniera a mi. Como así fué…no muchos días más tarde vino a casa por la tarde con la excusa de ver a mi hijo un rato. Hora de baño, cena y meterlo pronto en la cama como sabía que hacía todas las noches con él, porque su madre venía muchos días a echarme una mano.

Cuando supimos que estaba dormido o lo imaginamos más bien, Enrique se lanzó a besarme en el sofá. Eran besos desesperados, los míos también, ansiosos, excitados ….sobreexcitados diría yo. Nuestras manos comenzaron a desnudarnos allí mismo pero me lo llevé a mi habitación. Desnudos completamente, él se tumbo en la cama invitándome a que le cabalgara. Primero abrí mis piernas con mi coño chorreante y rozaba con él su polla. Esos jugueteos me ponen muy perra, estaba muy guarra, necesitaba su polla dentro de mi. Mientras le besaba en la boca con mi entrepierna empapando su verga, el cogía mis tetas, cada una con una mano. Las amasó, sin mucha gracia pero no importaba, lo que me estaba poniendo a mil era el roce de su polla en mi. ¡¡Por fin lo iba a conseguir!!

Recuerdo que era tan grande que tuve que elevarme un poco para poder calzármela. Puse la punta en la entrada y empujé un poco hacia abajo. ¡Agggghhhhhh, que dañó! Lo dije en alto.

¡Ay, ay, ay… no entra!, sentía como se me abría el coño cómo nunca antes se me había abierto. Me dolía de verdad…pero estaba tan excitada que seguí intentando poco a poco bajar para que entrara un poquito más.

Él, haciendo caso omiso de mis quejidos, me agarro por las caderas con fuerza, realizó un par de movimientos con su pelvis hacia arriba y aquel joven angelical se convirtió en un taladrador sin miramientos que quería tener su polla dentro de mi. Tenía cogidas mis caderas con fuerza y aunque yo no hacía ningún movimiento porque me estaba doliendo, él lo seguía intentando provocando en mi una mezcla de dolor/placer/sorpresa muy placentera. Por un momento creí que no iba a entrar, pero me relaje y comencé a cabalgarle sin que entrara toda. Mi coño estaba tan abierto que la propia polla acariciaba mi clitoris cuando subía y bajaba así que muy pronto sentí ese calor nacido en mi interior que provoca una concatenación de placeres que llevan al cuerpo a un súper placer difícil de explicar si no se ha sentido nunca. Mi piel se erizó, temblaba, el latido de mi coño fue tan brutal que él tampoco pudo aguantarlo y se corrió. Pocos segundos después que yo, alcanzó el orgasmo. Lo vi en su cara, sus manos dejaron de cogerme con fuerza, habíamos sentido mucho placer. Duro muy poco el acto en sí pero en el tiempo para realizarlo había sido muy largo. Teníamos necesidad de sentirnos los dos.

Después de aquello el vino a echarme una mano de vez en cuando en el jardín. Yo le hacía masajes después del duro trabajo hasta que, se echó otra novia, cambió de vida y ya solo coincidimos en las celebraciones familiares. Nuestros besos en la mejilla delante de todos son castos pero nadie sabe lo que le aprieto su cuerpo para mi cuando se los doy y lo que él me corresponde en ellos. Hay tensión sexual y siempre la habrá. Le deseo toda la suerte del mundo a ese jovenzuelo que me follé cuando él tenía 18 y que hoy es padre de familia. Siempre pienso en lo satisfecha que debe tener a su mujer con esa gran polla que yo también disfruté en su momento.

Por Estefanía Mor

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