RODRIGO

Inexperto

Por fin después de varios días buscando la manera de quedar a tomar algo, para tener la oportunidad de mirarnos a la cara, encontramos un hueco en nuestras agendas y conseguimos acordar vernos en una cafetería aquella mañana de mediados de Diciembre, lluviosa, muy lluviosa. Cuando entré en el local la pude distinguir perfectamente en la barra, esperando a que le sirvieran un café que acababa de pedir. Sonrió al verme y en ese momento supe que había caído en sus redes, y tengo la sensación de que ella sabía que era así.

Pedí un café y nos sentamos en una mesa, el uno frente al otro. Resolví un problema de trabajo y comenzamos a charlar mientras los cafés iban bajando. Charlamos de todo un poco, nada en concreto… la familia, los amantes, la seducción… nos mirábamos y ambos sentíamos la tensión y las ganas de sentirnos el uno al otro. En un momento de la conversación salió a relucir que la noche anterior había grabado un video que me había dedicado, pero que para verlo, lo mejor que podía hacer era sentarme a su lado (armas de mujer), por lo que pedí otros dos cafés y me senté a su izquierda, muy juntos…. notando el calor que desprendía su cuerpo. Cuando nos trajeron los cafés, me enseñó el vídeo que tenía grabado en su móvil: ella en el baño de su casa consiguiendo provocarse un squirt…. mi erección fue inmediata.

  • Caramba…. ¡qué cosas me dedicas!
  • Es lo que me provoca pensar en ti
  • Pues me vas a tener que enseñar como se hace eso del squirt, que siempre he tenido curiosidad
  • No te preocupes, que practicaremos todo lo que haga falta hasta que seas un experto

Mientras se producía este diálogo su mano izquierda se posó en mi pierna, acariciando su parte interna a la altura de las rodillas.

  • Si quieres subir un poco más, no hay problema por mi parte
  • ¿Y qué me encontraré?
  • Nada diferente a lo que esperas encontrar…

No había terminado de pronunciar estas palabras cuando sentí que su mano apretaba mi miembro por encima de mis pantalones.

  • Me gusta lo que estoy tocando
  • Y a mí me gusta que lo toques…

Crucé mis brazos encima de la mesa y con la mano tapada con mi codo estiré mis dedos para acariciar uno de sus pezones por encima de su blusa, con lo que su cuerpo reaccionó al instante, mostrando en su rostro el placer que le producía. No tengo ni idea de si alguien nos miraba, pero de haberlo hecho seguro que no le hubiera pasado desapercibido lo que estaba ocurriendo.

  • No sé si lo sabes, pero justo aquí al lado hay un hotel – dijo ella
  • Estoy entrando en un terreno en el que soy totalmente inexperto….
  • No te preocupes, que te voy enseñando

Salimos de allí y nos dirigimos al hotel, que estaba a la vuelta de la esquina. Llegamos a la recepción y estuvimos esperando a que nos encontraran una habitación libre. Ella sonreía viendo mi cara de circunstancias. Finalmente nos dieron la habitación… y subimos al ascensor.

No podía más… estaba deseando besar aquellos labios que me estaban provocando tanto y en cuanto se cerraron las puertas del ascensor me lancé sobre ellos, saboreándolos, mordiéndolos. Llegamos a nuestro piso y buscamos la habitación, soltamos los abrigos como pudimos y volvimos a besarnos. Acaricié sus pezones, ahora con las dos manos, suavemente, rodeándolos con las yemas de mis dedos, por encima de su blusa aún. Ella comenzó a jadear mientras seguíamos besándonos.

  • Vas a conseguir que me corra sólo con acariciarme los pezones.
  • ¿En serio?

No pasaron 30 segundos de esa frase cuando me susurró al oído “me corrooooo, me corrooooo, me corrooooo…” seguido de un gemido profundo mientras apretaba su pelvis contra mi sexo, consiguiendo que yo también me corriera… No habíamos empezado a desnudarnos y ya nos habíamos corrido los dos….

Mientras seguimos besándonos riéndonos, desabroché su blusa y ella mi camisa… eliminamos su sujetador verde, de media copa (por eso me había resultado tan fácil acceder a sus pezones) y volví a pellizcarlos…

  • Si sigues así… harás que me corra de nuevo.
  • No deberías haberme dicho eso… ahora ya tengo un aliciente para experimentar con tus pechos.
  • Qué cabrón eres – dijo entre suspiros….

Y al poco tiempo los gemidos volvieron a aparecer y tuvo su segundo orgasmo. Me había dicho que tenía mucha facilidad, pero no me había podido imaginar que tanta…

  • Ven… túmbate en la cama…. que ya tengo ganas de saber a qué sabe tu sexo, que a estas alturas tiene que estar chorreando.

La tumbé en la cama, y le quite la falda, las medias…. y cuando vi sus braguitas verdes (a juego con el sujetador) me arrodillé en el suelo para acercar mi boca a su sexo, para que sintiera a través de sus braguitas mi aliento, soplé ligeramente y sentí cómo se estremecía… Le quité las bragas y me lancé a besar su coño con mi boca mientras mis manos jugaban con sus pechos, mi lengua recorría su sexo, estaba empapado y saboreaba sus fluidos. No tardó en volver a tener un orgasmo, esta vez provocado por mi boca y mi lengua….

  • Estoy deseando follarte.
  • Y yo que me folles….

Me puse un condón, y tal y como estaba, la penetré hasta el fondo, sintiendo lo caliente y lo mojada que estaba por dentro. Nos deseábamos, queríamos follarnos y tenía ganas de correrme dentro de ella… sentía que se excitaba cada vez más… y nuevamente las palabras mágicas “me corrooooo, me corrooooo, me corrooooo…”  y mientras lo hacía los músculos de su vagina me apretaban, consiguiendo que yo también me corriera.

Paramos unos minutos…. necesitábamos coger un poco de aire… nos besamos suavemente, nos acariciamos, nos reímos… y poco a poco la excitación volvió a crecer en ambos….

  • Ponte boca abajo….
  • ¿Ahora me vas a follar así?
  • ¿No me habías dicho que te gustaba?
  • Me encanta…
  • Pues si te encanta, ¿a qué esperamos?

Se dió la vuelta y se puso boca abajo, cogí un almohadón y lo coloque debajo de su pelvis… y volví a entrar en ese coño húmedo que estaba esperándome… empecé a follarla despacio, saboreando cada embestida, sin prisa… sintiendo su placer y escuchando sus gemidos que tanto me estaban gustando. Cada vez me notaba más excitado…. me puse de pié a los pies de la cama, incorporé sus caderas, la sujeté por ellas, y empecé a penetrarla más deprisa… escuche cómo ella volvía a correrse y notaba cómo mi momento se acercaba… estaba deseando volver a correrme… lo deseaba tanto… apretaba sus caderas, ella acariciaba su clítoris con una de sus manos…

Me tumbé boca arriba a su lado y me besó… un beso largo, profundo, diría que agradecido, mientras su mano derecha empezó a jugar con mi miembro… “te voy a comer todo”. Y su boca se fué dirigiendo poco a poco hacia mi sexo, hasta acariciarlo con sus labios mientras sus manos jugaban con mis testículos…. su boca hacía que mi polla entrara y saliera de su boca… la mantenía toda dentro y jugaba con su lengua…

  • Quiero que te corras.
  • No creo que tardes mucho en conseguirlo si sigues así.

Dejó de usar la boca y comenzó a masturbarme mientras me besaba el glande, lo mordisqueaba… aceleró el ritmo de su mano… “córrete cabrón”… cada vez lo sentía más cerca… Ahora era yo el que pronunciaba las palabras mágicas “me corrooooo, me corrooooo, me corrooooo…”

Un teléfono nos hizo volver a la realidad…

  • ¿Qué hora es?
  • La una y media.
  • ¿¿Cómo??? Nooo… tengo una reunión a las dos…
  • Pues… creo que vas a llegar un poco tarde, pero como eres la jefa, seguro que te disculpan.
  • Se me ha pasado el tiempo volando.
  • Me parece que hemos perdido demasiado tiempo tomando café

Nos vestimos, con la sensación de que toda nuestra ropa interior estaba  húmeda y con ese delicioso olor a sexo…

  • Te acompaño al coche, que llegas tarde y yo no tengo prisa.
  • Esto tenemos que repetirlo…
  • Pues… tendremos que repetirlo, pero con más tranquilidad y menos prisa..

 

Por Xicotaytantos

También te gustará: Las citas en Gleeden. Parte I