En la cama …

… Sigues a mi lado, tumbada, medio tapada por unas sábanas, de manera que tu cuerpo se deja ver gracias a una suave y tenue luz que entra por la ventana… Apareces tumbada boca-abajo. Tu respiración indica que estás profundamente dormida… Froto una mano contra la otra para que se calienten; quiero acariciar tu cuerpo, pero no quiero sobresaltarte con una sensación de frío. Mis dedos acarician tu espalda; la recorren con suavidad, casi sin tocarla. Sólo la punta de mis dedos tiene derecho a sentir el tacto de tu piel, y mis ojos ven cómo tu cuerpo responde automáticamente a lo que siente… un escalofrío cuando mis dedos recorren tus caderas, la piel de gallina, otro escalofrío cuando mis dedos acarician el final de tu espalda, muy cerca de tu coxis… Me atrevo a ir un poco más allá y mis dedos acarician la zona interior de tus muslos….

Mi boca ya no aguanta más; necesita besar tu piel y sentir su calor. Vas poco a poco despertando, pero todavía no lo has hecho. Procuro no despertarte, por lo que me coloco encima de ti, sin tocarte, inclinado sobre tu cuerpo para empezar a recorrer con tranquilidad tu cuello, tu espalda, tus caderas, tus muslos… A estas alturas ya has abierto los ojos, pero todavía no te has despertado lo suficiente. Me levanto y me coloco a los pies de la cama; acerco tu cuerpo hasta el borde de la cama, de manera que tus rodillas se apoyan en el suelo. Me agacho, acerco mi boca a los labios de tu sexo y los beso; un beso apasionado, saboreando los jugos que tu excitación ha ido liberando. Mi lengua se vuelve loca y decide ir en busca de nuevas aventuras; acaricia ligeramente tu clítoris, lo abandona y busca muy despacio tu culo, humedeciendo todo allí por donde pasa. Separo tus nalgas con las manos para que mi acceso con la lengua a ese lugar tan secreto sea más fácil; la visión es espectacular. Mi lengua da pasadas desde tu coño hasta tu culo varias veces, sin apretar demasiado para no hacerte daño y procurando que tu clítoris no se esconda. Ya no aguanto más… cariño, necesito ver, oír y sentir cómo te corres en mi boca, por lo que mi lengua vuelve a buscar tu sexo… despacio, sin prisa… pero sin pausa; no quiero perderme ni una sola gota de ti, por lo que pego mis labios a los tuyos, mientras mi lengua se afana por provocar tu éxtasis. Tu respiración va cambiando, tus jadeos se vuelven más frecuentes, hasta que tu interior estalla de placer y mientras te corres en mi boca, mi lengua y mis labios siguen moviéndose para alargar aún más esa sensación de placer que estoy provocando… hasta que me pides que pare.

Coloco tus rodillas sobre la cama, me levanto, busco con mi polla tu culo, coloco la punta en la entrada y presiono un poco, queriendo entrar… pero no voy a ser tan malo. Salgo y busco la humedad de tu coño… Te penetro muy poco a poco; casi puedes notar todas y cada una de mis venas hinchadas cuando rozan las pareces de tu vagina. Vuelvo a salir del todo, y vuelvo a entrar despacio, para que puedas notar la sensación de placer que te produce cómo mi polla se abre camino hacia tu interior, así varias veces… No voy a poder mucho más porque estoy muuuy caliente, por lo que decido ir acelerando el ritmo; sujeto tus caderas con mis manos para poder manejarte a mi antojo: cuando te penetro acerco tus caderas hacia mí para que la penetración la sientas aún más profunda. Miro el espejo que tenemos frente a nosotros de cabecero y puedo ver tu cara, apoyada en la cama, disfrutando con mis embestidas… Nuestras miradas se cruzan un instante y ya no aguanto másssssssssssssssssss…

Nuestros cuerpos poco a poco se van relajando… Te tumbas… sigues boca abajo, y yo sin salir de tu interior me tumbo encima de ti, apoyando los brazos para no aplastarte. Te beso en el cuello, en la mejilla, en la espalda… No hay nada mejor que besar a tu compañera de juegos después de una buena dosis de sexo.

 

Por Xicotaytantos

 

También te gustará: Cita por sorpresa