Para esto no me hagas salir de casa,¡hombre! –

Estaba muy contenta del sexo mantenido con hombres casados… hasta hoy. Creo que he dado con el 1% que lo hace con una mujer desconocida tal y como lo hace con su mujer, vamos, como los conejos.

Normalmente no suelo escribir mis malas experiencias pero hoy sí que lo voy a hacer porque sois muchos los hombres que seguís el blog, aunque de algunos me consta que sois excelentes en dar placer. 😉 y quiero dejar constancia que no siempre se folla de manera placentera aunque la situación creada tenga un morbo impresionante.

Esta mañana he entrado a ver qué pasa por una de las páginas en la que estoy dada de alta y a los dos minutos me ha saltado un mensaje de un hombre diciéndome que le gustaría conocerme… que qué interesante que escriba relatos… bla.. bla… bla… Bueno, le pedí ver sus fotos y guauuuu… guapísimo, en la foto, claro… en persona no ha sido lo mismo. Pues le contesté y a la segunda línea me decía que si queria podíamos quedar y que venía donde yo estuviera. Me lo pensé un segundo, miré el reloj, todo el trabajo sobre la mesa y decidí darle un par de horas de mi tiempo. ¿Quedamos a comer? Uy… casi que al café directamente jajajajaj… ¡qué ansioso! Bueno, yo luego tenía prisa así que vamos a quedar en un restaurante… por si no me gusta, por lo menos, comeremos jejeje.

Como le dije que la voz era muy importante para mi, cuando subió al coche para acudir a nuestra cita, me mandó un audio diciéndome que me iba a susurrar al oído mientras me hacía un masaje. Hummm… mi tanga se empapaba por momentos, qué bonita voz. Me llenaba… espero que su polla me llene igual.

Cogí mi coche para llegar a la hora acordada… siempre me gusta ser puntual y que no me esperen y cuando me quedaba un par de minutos para llegar veo un mensaje que dice que ya ha llegado y que está muy nervioso. A mi me da la risa… jajajaja ¡¡¡nervioso, dime que estás súper cachondo!!!!

Cuando entré con mi coche en el parking sabía cuál era su coche a pesar de que había bastantes, pero para eso soy bastante intuitiva y… acerté!! Aparqué justo delante de él y le mandé un mensaje diciendo que había aparcado ya. “Si, acabas de aparcar delante de mí, creo.” Así que bajé del coche mientras se acercaba… el dudó si besarme en la boca pero yo le he plantado dos besos en las mejillas. Me mira y me pregunta: ¿qué hacemos? Pues… está claro, tomarnos una caña, ¿no?

En el camino hacia la puerta del restaurante me vuelve a decir que está nervioso: “¿tú no?” “no, yo no” le digo sonriendo y mirándole fijamente a los ojos. Pedimos nuestras cañas y comenzamos a hablar de la situación, que si es muy morbosa y que cómo mola sentirse así. Su mujer no entiende el mundo swinger pero a él le encanta… claro, así tienes que buscar fuera lo que no tienes dentro. Me como todos los aperitivos mientras hablo, tengo hambre…. el hombre me gusta pero no me apasiona mucho, muy tímido y no le veo mucha chicha para sacarle sexualmente pero, a lo mejor me sorprende, ¿quién sabe? Da un sorbo grande a la cerveza y me mira para pedir mi aprobación para marcharnos a un hostal cercano… por aquí no hay mucho más. Así que decidimos ir en su coche y que luego me traiga al mío.

Entramos en la habitación sin que haya hecho ademán de pasión… sólo me ha tocado la rodilla mientras conducía…¡qué blandito es! Entramos en la habitación, nos besamos, mientras magreamos nuestros cuerpos, pero no avanza… me dice que me tumbe… pero ¡¡¡estoy vestida todavía!!! que pretende ¿desnudarme en la cama? no… no va a ser así. Espera, le digo, mientras me siento en el borde de la cama y me empiezo a quitar la ropa mientras le miro… él aparta la mirada uy, no sé… esto no me va gustando. Me dice que le gustan mis tetas y empieza a entretenerse con ellas. Chupa una mientras me pellizca el pezón de la otra, me gusta. Comienza a apretar su pubis contra el mío y noto su dureza, no es muy grande, pero está muy dura. No me quité el tanga, lo tengo empapado y todavía no lo ha catado… Él sigue con mis pechos entretenido y yo me retuerzo pidiéndole sin palabras que me de placer. Para ver si se anima la cosa le digo susurrante: “¿No me ibas a hacer un masaje?”, “si, claro.. date la vuelta”. Lo hago, dejando mi culo a la vista con el tanga atravesándolo. ¡¡A ver lo que hace!! Uy, nada.. nada de nada. Restriega sus manos por mi espalda y pellizca con la mano abierta mi culo pero sin denotar ni pizca de gracia ni arte, en fin, ya que estamos aquí vamos a intentar disfrutar lo más que se pueda. Al minuto de su torpeza en mi espalda me dice que me dé la vuelta. Por fin introduce su mano en mi entrepierna para comprobar mi humedad… ni mención a ella y estoy empapada ¡¡pues vaya!! me quita el tanga y comienza a masturbarme con movimientos circulares en el clítoris hasta que, por mi propio vicio, llego al orgasmo diciendo en alto que me corría. A ver si así ¡se anima un poco la cosa! Le digo que quiero que me folle, con mi mejor cara de deseo y se dispone a hacerlo. Sí… sí, bueno.. se levanta diciendo que va a por un condón, se lo coloca, viene hacia mi e introduce su polla en mi coño ardiente… en la postura del misionero. Dentro, fuera, dentro fuera… como los conejos, cada vez más deprisa. Cuando veo que solo piensa en el mete saca… pongo mi mano en el clítoris y me empiezo a masajear pero en medio minuto me dice “me voy a correr”. ¿Qué? pero bueno, ¿es que este hombre no sabe que es posible que una mujer se corra dos veces en breve espacio de tiempo y que estoy súper cachonda? ¿No se ha dado cuenta de que me estoy masturbando para llegar otra vez? Así que no me da tiempo ni me da opción, se corre, la saca.. se tumba a mi lado en la cama jadeante por el esfuerzo conejil y me dice “Bueno, ¿nos vamos?”

En fin amig@s… luego me dejó en el coche diciendo que ya estaremos en contacto… aunque creo que cuando lea esto se le van a quitar las ganas.

Aquí me tenéis, soltando mi frustración en un Burguer King, porque hoy, ni follar, ni comer ni ná de ná. Deseando estoy de llegar a casa y usar mi nueva balita vibradora de color naranja que me tiene enganchadísima.

Por Estefanía Mor, 40 Historias de sexo

También te puede gustar: «Mi encuentro con Luís»