Juegos con Jose –

Cuando Jose me dijo “me encantaría que vinieras a casa y juntos, viendo una película porno, nos masturbáramos” ¡ufffff! pensé que también a mi me gustaría. Al día siguiente, me dijo a media tarde “hoy me voy a casa pronto, ya he terminado por hoy de trabajar”, le dije “voy a tu casa, prepara preservativos y lubricante… llevaré juguetitos”. Una duchita y me fui a su casa.

Cuando llegué se dio una ducha, mientras yo le acompañaba en el baño, pasamos ya desnudos los dos a la habitación donde tenía el ordenador, pusimos sobre la mesa las esposas y el vibrador que yo había llevado y los preservativos y lubricante que él había comprado.

Puso la película en la pantalla del pc, cogí el vibrador y lo metí en mi boca mientras Jose me miraba fijamente, extendí mi mano y se lo metí en la suya, chupándolo él con glotonería, llenándolo de saliva y a continuación lo metí en mi sexo… Abrí mis piernas y me penetré hasta el fondo, Jose miraba la película porno de refilón pero me miraba a mí mientras oíamos los gemidos que venían de la pantalla. Con la otra mano, le agarré su polla que estaba ya dura y palpitante.

Decidí que quería correrme yo primero y le dije “Apaga el ordenador y vamos a tu cama”, cogimos todos los bártulos que necesitaríamos después y nos fuimos a su habitación, me tumbó en la cama boca arriba, me acariciaba los muslos por el interior y cogiendo el vibrador… se dispuso a follarme. Me penetraba, me follaba, conectamos el conejito estimulador del clítoris y mis jadeos pasaron a ser gemidos, mis manos acariciaban mis pechos, pellizcaba mis pezones, elevaba mis caderas, yo notaba que me iba a llegar el orgasmo, pero cuando me tenía más excitada paraba, bajaba la intensidad de sus penetraciones. Yo le pedía más, necesitaba más fuerte, más rápido y él se limitaba a susurrarme “shhh… calla nena… disfruta… no hay prisa…”, y volvía a penetrarme más fuerte, más rápido y mis caderas volvían a elevarse sintiendo las primeras contracciones de nuevo y entonces volvía a parar, me estaba volviendo loca, notaba el orgasmo rozarme y no me dejaba alcanzarlo, yo gritaba, rogaba, le suplicaba que terminara esa agonía y entonces lo noté… Exploté y noté como me mojaba las piernas, mi boca estaba seca, mi respiración entrecortada, mi pelvis se elevó y cerré las piernas manteniendo el vibrador dentro mientras me corría, y por mi cuerpo corría el sudor producido por la excitación.

Se tumbó a mi lado mientras me recuperaba un poco, me acariciaba, hablábamos, me decía que le había encantado la experiencia y que estaba deseando que empezara con él. Me levanté y lavé bien el consolador, cogí las esposas, se las puse y nos miramos excitados, a pesar de que su pene aún estaba flácido, preparé el vibrador poniéndole un preservativo para después y cogí el lubricante. “Date la vuelta, ponte a cuatro patas…”, las manos extendidas con las esposas puestas, puse un poco de lubricante en su ano y le metí la punta del dedo poco a poco… despacito porque era su primera vez… era la primera vez que le iban a follar el ano, y ummmm, iba a ser yo quien se lo hiciera, ¡uffff! Quería que todo saliera bien, que después los dos guardáramos un buen recuerdo de la experiencia…

Le metí la punta de un dedo, pero su ano me lo absorbía hacia dentro, mi dedo entraba despacio, salía, cada vez un poco más adentro… lo movía de manera circular, notaba como mi dedo era succionado, entraba solo… eché más lubricante y ya me entraban dos dedos… era delicioso oírle jadear, susurrándome lo que le estaba gustando… le avisé que iba a probar con el vibrador, se lo puse y le dije que se moviera él despacio, a la vez yo también lo movía, cuando vi que mis dedos entraban fácilmente, le avisé que iba a penetrarle con el vibrador. “Ten cuidado… házmelo suave… no me hagas daño…”, saqué los dedos y le penetré despacio, primero la punta… dentro, fuera, dentro, fuera… lo metía, lo sacaba, ummmm, como jadeaba… le estaba gustando, pero era un vibrador vaginal, era un poco grueso para ese culo virgen y me pidió que solo le follara con los dedos y que a la vez le frotara y acariciara los huevos… Y así fue como alcanzó el Nirvana (o eso fue lo que después me contó). A cuatro patas, las esposas puestas, mis dedos follándole el culo, y con la otra mano frotándole los huevos… Yo notaba que su polla no se ponía dura, pero goteaba mucho y eso me estaba extrañando mucho…

Así estuvimos largo rato, mis dedos hasta dentro del todo, mi otra mano frotándole los huevos, su polla solo morcillona y goteando y empapando la cama despacito… después se la agarré, se la batía, con los dedos dentro de su culo, jadeaba, y encogiéndose más de lo que ya estaba… se corrió con un grito profundo.
No paraba de decirme que durante todo el tiempo se había sentido como nunca… ¡Había llegado a perder el sentido del tiempo!

Llegó a no saber dónde estaba, le había encantado… pero no quería saber hasta dónde le había metido el vibrador (que fué mucho, jejeje), ni hasta dónde le había metido los dos dedos (que fue hasta el fondo, jajaja, no leas esto Jose, jajaja), ¡¡dios!! ¡Cómo nos gustó a los dos la experiencia… y lo bien que lo pasamos!

Nos dimos una ducha los dos, nos vestimos y bajamos a tomarnos algo a una terraza… teníamos que reponer los líquidos que habíamos eliminado durante nuestro “ejercicio”, ummmm…

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