Fiesta en el chalet –

Fuí a pasar el fin de semana al chalet de una amiga, era su cumpleaños y lo celebraba con una pequeña fiesta. Cuando llegué, me abrió la puerta Juan, el hermano pequeño de mi amiga al que llevaba años sin ver, con el que siempre me había llevado muy bien, para mí también había sido como mi hermano pequeño, pero cuando le vi… tan atractivo, elegante incluso con pantalón corto y camiseta … esos músculos, esos ojos verdes y esa sonrisa tan pícara… quedé realmente impresionada. Él también me miró de manera especial, hizo que se me pusiera la carne de gallina y abrazándome fuerte, me acompañó hasta la piscina donde se encontraban el resto de los invitados.

Durante toda la mañana, todos juntos nos bañamos en la piscina. Jugamos, comimos, charlamos, pero nuestras miradas se encontraban una y otra vez, insistentemente. Yo me notaba excitada pero intentaba descartar de mi cabeza que la causa fuera Juan, claro que sus continuas miradas y sonrisas… no ayudaban. El día transcurrió de manera deliciosa y lo terminamos tarde porque algunos íbamos a pasar la noche en el chalet.

Yo estaba algo bebida y al subir a mi habitación Juan se ofreció a ayudarme, cuando llegamos él cerró la puerta echando la llave, yo sorprendida y ligeramente “perjudicada” no podía reaccionar, pero sin saber cómo, me encontré entre sus brazos besándonos, acariciándonos. Sus manos cogiendo mi cara y las mías recorriendo su espalda… esto no podía estar pasando… ¡era como mi hermano!… ¡¡ufff!!

Me bajó los tirantes del vestido que resbaló hasta las caderas, dejando mis pechos a la vista con los pezones duros que se metía en su boca … los chupaba, mordía, humedecía, rozaba con la lengua en círculos… su cabeza continuó bajando y de un tirón me quitó del todo el vestido y, poniéndose de rodillas, fue en mi coño donde noté sus lengüetazos, me lamía los labios, el clítoris, notaba como bebía mis fluidos, yo gemía mientras me agarraba a su cabeza para apretarle más adentro de mí y para sujetarme porque me temblaban las piernas.

Se puso de pie y, tumbándole en la cama, fui yo la que se sentó a horcajadas sobre él y agarrando su polla dura y palpitante, me la introduje lentamente notando como resbalaba dentro de mí. Su mano se dirigió a mi clítoris que masajeo con velocidad haciendo que tuviera un orgasmo, mientras continuaba cabalgándolo con un ritmo frenético y mis manos acariciaban su torso a la vez que las suyas se agarraban a mis caderas apretándome fuertemente contra él cada vez que bajaba. Era yo la que llevaba el ritmo que quería, le avisé que no podía más, que me corría de nuevo y con unas embestidas más profundas, llegamos al orgasmo juntos.

El fin de semana iba a ser prometedor.

Juan y yo pasamos la noche juntos, fue interminable, larga, me hizo el amor de varias maneras, todas deliciosas, por la mañana bajamos a desayunar tarde y vimos una nota que decía que todos habían salido al pueblo más cercano y volverían a la hora de la comida, estábamos solos, hacía calor y decidimos bañarnos en la piscina desnudos, a los dos nos gustaba bañarnos sin ropa.Íbamos riendo, bromeando y las caricias y los recuerdos de la noche pasada nos mantenían excitados. Nos metimos en el agua y tras nadar unos largos, se apoyó en una de las paredes y yo tras él, continuábamos jugando, pero abrazados, yo a su cuello y él a mi cintura. Las risas se convirtieron en jadeos, respiraciones entrecortadas, su boca en la mía, mis piernas rodeando su cintura … y entonces me penetró con movimientos lentos pero fuertes, firmes.

Me tenía cogida de la cintura y me subía y bajaba sobre su pene erguido, me tenía ensartada, mis brazos apoyados sobre sus hombros y mi cabeza echada hacia atrás, sintiéndome liviana, ligera … su polla rozando las paredes de mi vagina y penetrando muy dentro de mí. Sus movimientos aumentaron de velocidad, provocando en mí un orgasmo intenso que hizo que gritara su nombre entre espasmos, pero no estaba dispuesto a terminar y, aminorando el ritmo, continuó follándome despacio hasta que volvió a escucharme pedirle más, entonces aumentó el ritmo hasta que, esta vez los dos juntos, llegamos a corrernos y terminamos abrazados fuertemente, como si fuéramos un salvavidas el uno para el otro. A pesar del agua de la piscina que nos rodeaba, yo notaba su leche caliente dentro de mí y él notaba en su polla los espasmos de mi vagina que la aprisionaba, como si no quisiera que saliera de mi interior.

Tras recuperarnos, salimos del agua y yo me dirigí a una tumbona mientras Juan fue a preparar unos aperitivos y unas bebidas. Cuando venía con la bandeja en las manos, yo veía su pene flácido moverse al compás que sus musculosas piernas le marcaban y me entraron unas ganas tremendas de comerme esa polla. Eso me gustaba y cuando se puso a mi lado para soltar la bandeja, yo le agarre de las piernas y llevándome su pene todavía caído a la boca, empecé a chuparlo, lamerlo, succionarlo, quería tragarlo todo. Yo sentada en la tumbona, él de pie junto a mí con las piernas abiertas y agarrando mi cabeza, apretándola contra sí, provocando en mi arcadas y cuando retiraba la cabeza, su polla salía empapada de mi saliva. Ya no estaba en descanso, estaba dura, erguida, palpitante, yo podía ver sus venas marcadas, ahora el que gritaba mi nombre era él, cuando doblándose ligeramente y con fuertes espasmos le sobrevino el orgasmo.

El primer chorro de semen lo tragué, pero después retiré mi boca, yo quería que me saltara a la cara, lo notaba en mis párpados, sobre mi nariz, bajando por mi mejilla hasta el cuello y pasando mi mano por mi cara, me lleve un dedo mojado en su leche hacia mis labios saboreando su dulce néctar.

Estaba impregnada por su sabor y por su olor, lo notaba en todos los poros de mi cuerpo y tras darnos una ducha rápida, decidimos dar un descanso a nuestros cuerpos en las tumbonas y dedicarnos, esta vez sí, a los aperitivos y a esperar al resto del grupo que no tardarían en volver.

 

Las pasiones ocultas de Jade por Laura Soto: www.amazon.es/pasiones-ocultas-Jade-Laura-Soto-ebook/dp/B00VSM9IXY