¿Hay hombres de consumo peligroso?

En una carrera amorosa, llega a veces un momento de duda: «¿Existen hombres no aptos para el consumo?» Quiero decir, ¿hombres que el buen gusto, la decencia, incluso la moral prohibe formalmente meter en su cama? Una vez realizada la cosecha, os damos nuestro veredicto: comestible, tóxico o o de consumo mortal.

Os habéis cruzado en Gleeden, y su rostro de recuerda a alguien, sin que sepas exactamente a quién. A ver… ¿el tío de contabilidad? ¿un pasajero del metro que te cruzas por las mañanas? No. Cuando pasas a buscar tu compañera del trabajo para hacer un café, una breve ojeada a las fotos en su mesa de refrescan la memoria: es su marido el que te está enviando flechazos. Bueno, ¿y qué? cambio de paradigma. Todo el mundo es adúltero hasta que se prueba lo contrario. Veredicto: comestible.

Alternativa: es alto, es guapo, es divertido… ¡y quizás haga que te despidan! ¿Es el marido de su jefa o de tu superior! Si vuestras escapadas se descubren, vivirás un buen drama sentimental en el trabajo. Veredicto: tóxico.

Pasas más tiempo con él que con tu pareja. Tenéis muchas cosas en común, y los mismos objetivos, de hecho. Se trata de tu jefe ¿Cuantas han arruinado su carrera profesional y su reputación a causa de un mal romance con un superior? Este hombre tiene una red de contactos que no dudará en contactar si vuestra aventura degenera Veredicto: tóxico o mortal.

Te lanza miraditas amorosas, quizás incluso lujuriosas, tu representar para él una perfecta MILF (mother I d’like to f***) y no es el cine contemporáneo que le hará retener sus oscuros deseos… Se trata del hijo de tu vecina. Realmente, es cuestión de gustos. La edad de los propios hijos representa normalmente una barrera infranqueable. Veredicto: comestible.

Es guapa, divertida, y compartís un hombre que os aprecia a ambas. Es la amante de tu marido. Veredicto: comestible, ¡que no la hubiese llevado a casa!

Te da dos besos muy cercanos cuando os encontráis a la salida de la escuela, guiños mientras esperáis el ascensor, se trata del marido de tu vecina. Bueno, ¡para ser infiel hacen falta dos! Y si no es contigo, seguramente será con otra. Veredicto: comestible.

Quizás algunos y algunas empezáis a preguntaros si queda algún hombre a salvo de las infieles en este mundo. Confieso que no, probablemente no. No obstante, hay que poner en la balanza beneficio-riesgo el hecho que, si bien siempre se puede cambiar de trabajo, de lugar de residencia (en el caso de que tus gritos hayan despertado las sospechas de los vecinos), no se puede divorciarse de los hijos (¿caer en la tentación de uno de sus amigos?), de su mejor amiga (¿su marido? o de su madre (¿su nueva pareja?).

Consejo final: «Disfrutar y hacer disfrutar, sin hacerte daño ni hacer daño a nadie, he aquí toda la moral» (Chamfort).