Lo recogí en el tren

Habíamos quedado en la estación del tren, yo lo tenía que recoger y después iríamos a un hotel que ya habíamos reservado, era la primera vez que nos veíamos.

Cuando le vi, me pareció mucho más joven de lo que esperaba, pero ya no había marcha atrás, nos saludamos y entrando en el coche nos pusimos a charlar de la música que yo llevaba puesta, estábamos los dos nerviosos, se notaba, pero pronto llegamos al hotel y ya no hubo lugar para miedos ni nervios.

Habíamos quedado en que no nos podríamos besar en la calle, ni en el coche, solo lo haríamos al llegar a la habitación, y así lo hicimos, en cuanto cerramos la puerta nos abrazamos y nos besamos, estábamos deseándolo, ansiosos. Sin palabras y mientras nuestras lenguas exploraban nuestras bocas, nuestras manos hacían lo mismo con el resto de nuestros cuerpos y sin saber como, empezamos a desnudarnos, su boca bajó hasta mi pecho, todavía aprisionado dentro del sujetador que yo ayudé a quitar, una vez liberado, él introdujo en su boca hambrienta uno de mis pezones a la vez que apretaba el otro con su mano, mordisqueaba uno y luego otro mientras yo le iba desnudando.

Caímos en la cama y tras algunas caricias, su cabeza se situó entre mis piernas y su lengua subía y bajaba por mis labios que ya estaban húmedos, rozaba mi clítoris sin llegar a tocarlo, la introducía en mi vagina y volvía a mis labios hinchados, al clítoris que esta vez tocaba, chupaba, succionaba, y, mientras mis manos apretaban su cabeza más adentro de mí, él introducía un dedo de una de las suyas en mi ano y dos dedos de la otra en mi vagina.

A continuación, se incorporó y poniéndose un preservativo, metió su polla dentro de mí hasta el fondo y comenzó un baile que los dos seguimos. Él sabía que yo tardaría en llegar y yo sabía que él aguantaría hasta que yo hubiera terminado, y así fue. Caímos agotados, había sido largo, intenso, los dos sudando, nos abrazamos y nos reímos de nuestros tontos nervios, y charlamos relajadamente, él boca arriba, yo boca abajo apoyada en su hombro. De repente, él, sin dejarme mover se puso sobre mí, sobre mi espalda, que empezó a acariciar mientras yo notaba en mi culo su polla dura de nuevo y doblando mis piernas me puso a cuatro patas y tras ponerse un nuevo condón, me metió primero los dedos para ver si estaba lubricada, y sí lo estaba… ¡mucho! Chorreaba, y retirando los dedos, fue su polla la que metió en mi coño desde atrás, a la vez que, pasando una de sus manos por delante, me frotaba el clítoris y la otra se agarraba a mis caderas para empujar más fuerte. La explosión llegó sin avisar y caímos los dos exhaustos. Estuvimos relajados en la cama un rato más, pero yo le guardaba una sorpresa, yo sabía que a él le daba morbo verme de rodillas ante él comiéndole la polla, pero no sabia si él podría. Cuando le dije lo que estaba pensando, la respuesta de su pene fue suficiente para mí, se puso de pie y yo me arrodillé ante él mirándole a los ojos y comiéndole la polla entera, los dos estábamos disfrutando, yo me metía y me sacaba su polla y, tras varios embistes y doblándose en dos, se corrió dentro de mi boca.

Cuando la mañana llegó a su fin y tras una ducha rápida, nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia la estación del tren donde nos despedimos como dos simples amigos.

Las Pasiones ocultas de Jade por Laura Soto

www.amazon.es/pasiones-ocultas-Jade-Laura-Soto-ebook/dp/B00VSM9IXY