¡Por fin tenemos ganador! Un jurado compuesto por miembros de Tus Juguetes Sexuales y Gleeden ha elegido ya la anécdota más divertida y picante merecedora del lote regalo de Juguetes Sexuales.

¡Enhorabuena y a jugaaaarrr!!

» Había estado pensando en una travesura para realizar con mi pareja, pues solía decirme que me faltaba algo de chispa y ser un poco malvado, que esas situaciones eran las que más le ponían. Y se me ocurrió comprar un pequeño juguete, pero no uno cualquiera, sino alguno que me permitiera romperle los esquemas. Me fui a visitar una tienda erótica de mi barrio. Había pasado muchas veces por la puerta pero nunca me había decido a entrar. Esta vez estaba decidido a llevar a cabo alguna fantasía sexual verdaderamente traviesa.

Entré y empecé tímidamente a observar los diferentes aparatos y juguetes que mostraban. La mayoría consoladores o vibradores de multitud de formas y tamaños. También mucha lencería de fantasía y productos tipo perfumes o afrodisiacos. Yo me quedé observando la parte de consoladores/vibradores, intentando averiguar cual sería el equilibrio entre un tamaño suficientemente excitante pero no tan «enorme» que le pudiera asustar… Se acerca la dependienta, y me pregunta si me puede ayudar… Es una mujer madura, atractiva y que demuestra que conoce bien en qué consiste el negocio en el que trabaja y que muchos juguetes los ha experimentado de primera mano…

Le cuento un poco mi idea de llevar a cabo una fantasía, esa travesura, pero no tengo claro por qué decidirme. Ella me guiña un ojo y me muestra lo que llama «unas balas vibradoras». Me explica que consta de una parte que se introduce en la vagina y que produce intensas vibraciones en el interior, mientras que la otra parte es un mando a distancia con el que controlas el funcionamiento e intensidad de la vibración. Me cuenta alguna de sus experiencias con ellas y me asegura que será muy excitante. Incluso, dentro de la complicidad de la conversación, y entre risas de medio en broma medio en serio, llega a decirme que le parezco “muy mono” y que si no tengo éxito, ella se ofrece a que podamos probarlo juntos… Yo le sonrío y le digo que le cojo la palabra, mientras seguimos con nuestras risas…

¡Me fascina la idea! Y mi lado perverso del cerebro empieza a imaginar la situación.

Lo compro, y separo las dos partes del juego para hacerle llegar la bala, mientras yo me quedo con el mando a distancia. Así que se lo hago llegar junto con una entrada al cine y las instrucciones precisas para que lleve colocada la bala dentro de su sexo.

Todo se cumple a la perfección y nos vemos entonces en el cine. Ella aparece muy arreglada con un vestido muy sexy… eso no estaba en mis instrucciones pero me encanta. Vamos a ver una película que acaban de estrenar y con mucho contenido erótico… obviamente la había elegido a propósito para probar nuestro juguete.

La película comienza, y según aparece la primera escena con alto contenido erótico acciono el mando y automáticamente suelta un gemido AAhhhh!… quizá mi falta de práctica hizo que subiera la intensidad demasiado rápido… pero mirando su rostro, veo que no le ha molestado, sino todo lo contrario. Incluso me sonríe con sorpresa, con mirada de decirme: ¡¡No me lo puedo creer!!!

Según sigue la película sigo conjugando la excitación de las escenas con la intensidad de la vibración… por la fuerza con que me va clavando las uñas en mi brazo se que está llegando a uno de sus orgasmos… Intenta no hacer ruido… No llamar la atención… pero no puede evitar sutiles gemidos…mmmmhhhhh… aaaahhhh… sé que está a punto de correrse y subo al máximo la intensidad…

¡¡¡No puede más!!! Lanza atrás su cabeza y esta vez, absolutamente desinhibida lanza un último gemido ¡¡¡SSiiiiiiiii!!!

Sus uñas se han clavado completamente en mi antebrazo y sus piernas se cierran para recoger hasta los últimos gramos de placer que corren por su sexo.

Cuando se recompone, me mira con una sonrisa, acerca sus labios a mi oídos y me susurra:

– Eres un cabronazo… Ahora me toca a mi…

Y acto seguido noto como me baja la cremallera y saca mi miembro… Está completamente duro de la excitación de sentir como se corría… Yo, ante el miedo de que puedan vernos, coloco sobre mis piernas la chaqueta para tapar lo que se pueda, en el fondo no es plan de que nos echen del cine en ese justo momento…

Empieza a masturbarme siguiendo el juego que yo había llevado… con cierta suavidad pero subiendo la intensidad según las escenas…

Yo decido contraatacar… al fin y al cabo, ella todavía lleva la bala dentro… y mi mano está libre para apretar el botón hasta que se retuerza de placer…

Así, en plena guerra sexual llega posiblemente la escena más tórrida de la película, yo no puedo resistir la excitación y aprieto el botón al límite hasta que vuelvo a escuchar su gemido ¡AAAAHHHHH! Se vuelve a correr… ¡pero esta vez sin cortarse! Sin miedo al resto de gente que nos rodea….Dejando soltar sus inhibiciones y permitiendo que el climax sea total.

Y yo, sin posibilidad de resistencia ante tal expresión de placer, sucumbo corriéndome también mientras cierro los ojos y me retuerzo en el asiento derrumbándome de gusto… ¡OOOHHHHH!

No me puedo creer que haya sido capaz de montar esa aventura y que haya salido tan perfecta. Y creo que ella, por su forma de mirarme, también ha quedado realmente sorprendida y satisfecha, al menos como travesura. Nos sonreímos y tenemos muy claro que no vamos a poder volver a ese cine, tras constatar que más de un mirada fija sobre nosotros nos reprocha nuestra falta de discreción… Nos volvemos a mirar y no podemos evitar una carcajada…

Ahora tenemos que terminar la velada, pero ya en algún sitio más discreto.»

por Marrodal

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