¿Por qué somos infieles?

Cuando se habla de infidelidad, muchos están demasiado ocupados juzgando y hablando constantemente de moralidad para ver más allá e intentar entender y buscar lo que se esconde realmente detrás de este fenómeno. Gleeden rompe el hielo sobre este fenómeno social.

Según algunos estudios, aproximadamente la mitad de los hombres y mujeres han engañado su pareja almenos una vez en la vida… Las causas de la infidelidad son múltiples. Cuando nos interrogamos acerca de las principales razones que llevan al adulterio, el cliché más habitual es la necesidad de sexo, de erotismo. Pero quizás haya alguna otra necesidad escondida. A continuación, algunas de las razones más evocadas sobre la infidelidad.

Ganas de cambio

La mayoría de los infieles dicen tener una necesidad de novedad, ganas de cambiar la rutina. Una vida en pareja monótona, hijos que han crecido, una pareja que ha cambiado, y todos estos hechos y gestos repetitivos  trabajo, tareas domésticas, televisión y a la cama… La rutina mata el amor, y necesita evasión, un nuevo comienzo de aventuras e incluso de transgresión. ¿El objetivo? Avivar esta pequeña llama apagada desde hace tanto tiempo por la rutina. El infiel busca permanentemente nuevas emociones y lucha contra el aburrimiento. En algunos casos, esta puesta en peligro, esta búsqueda de lo prohibido puede ser una estrategia para suscitar de nuevo el interés de su pareja, como una llamada de socorro, probarlo antes de realmente dar el paso.

La necesidad de ser reconfortado

¿Una pareja que no muestra sus sentimientos? Una falta de confianza en sí mismo/a? Para reconfortarnos, podemos sentir la necesidad de ir a la conquista de nuevos «compañeros» con el objetivo de sentirse querido de nuevo, de nuevo comprendido. La falta de amor puede llevar la necesidad de otra mirada-espejo, a parte de la oficial que ya no se digna en poner los ojos sobre nosotros… Esta necesidad viene del hecho que nos podemos sentir insignificantes, rebajados y desatendidos por nuestra pareja, quizás demasiado ocupada con otras cosas.

La necesidad de seducir

Relacionado con la necesidad de ser reconfortado, hay que tener en cuenta las ganas de probar nuestro poder de seducción, seamos hombre o mujer. Esta actitud refleja miedo ante el compromiso. En una pareja, la disminución del deseo y de la complicidad en la relación, el hecho de no sentirse comprendido, escuchado o incluso relevante como en los primeros momentos de la relación amorosa, pueden llevar a la infidelidad. Al fin y al cabo, todo el mundo quiere gustar y seducir para sentirse atractivo, único, deseado y cortejado.

El sexo

Otra consecuencia de la rutina que se instala en una pareja es que inevitablemente, la frecuencia de las relaciones sexuales baja. Cerca de un 20% de los hombres indican que la falta de sexo es el motivo de su infidelidad. El día a día monótono puede también llegar a la cama. La falta de creatividad, las repetidas migrañas, el cansancio, y todos los problemas de la vida diaria pueden ser nocivos para la intimidad de la pareja. Las frustraciones pueden acumularse hasta que la tentación asoma la cabeza. ¡Sin olvidar la eyaculación precoz, los gatillazos y demás problemas que también ayudan a dar el paso!

La tentación

«¡Esto a mí no me ocurrirá nunca!» ¿Quién no ha pronunciado esta frase al menos una vez? ¡Pero no siempre elegimos! La tentación está en todos los sitios, de viaje de negocios pero también a la panadería de la esquina. Además estos últimos años hemos asistido a un ascenso sin precedentes de las nuevas tecnologías como los teléfonos móviles, Internet, las redes sociales… Todo esto son herramientas que facilitan los nuevos encuentros y en consecuencia pueden fomentar la tentación. Hombre, mujer, heterosexual, homosexual, casado o no, nadie está a salvo de la infidelidad. Después de todo, el consejo de Gleeden es que seas fiel… ¡a tus deseos!