Llegó el ansiado viernes y con él nuestra lectura preferida:

«En la playa

A pesar de no quedar a ninguna hora exacta, llegué tarde, me había perdido en Cullera. Te vi a lo lejos y aunque era la primera vez que nos encontrábamos, te reconocí, te llamé y mi corazón se detuvo cuando volviste la cabeza y levantaste un brazo para saludarme.
Según te acercabas a mi, yo te miraba y, ya en ese momento, solo quería echarme en tus brazos, y besar esos labios gruesos y carnosos.
Mis rodillas empezaron a temblar y notaba mariposas en el estómago, cuando te acercaste y me diste dos besos en las mejillas.
Nos sentamos en las hamacas y te pedí que te quitaras las gafas de sol para poder hundirme en tus ojos negros, tú me dijiste lo mismo y así lo hice.
Después de mirarnos a los ojos y hablar de cosas sin importancia, te adelantaste y me besaste, y todo quedo en silencio, había desaparecido la gente de la playa, estábamos solos, tú y yo, besándonos. El primer beso fue suave, dulce, al principio solo los labios, después tu lengua buscó mi lengua.
Los siguientes besos, tus caricias… los llevo en mi memoria desde entonces, y sobre todo recuerdo cuando cogiendo mi mano entre tu mano, te la llevaste a la boca y pasando tu lengua entre mis dedos, me dijiste que pronto te estarías comiendo mi coño.»

“Las pasiones ocultas de Jade” por Laura Soto

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