Desde tiempos inmemoriales la infidelidad apasiona. Las novelas que componen un elogio a la infidelidad como la de Choderlos de Laclos y Las amistades peligrosas, Rojo y Negro de Stendhal, o la famosa Madame Bovary de Flaubert fueron duramente criticadas en su momento desde un punto de vista moral. Pero entonces, ¿cuál es el secreto de esta literatura para atraer tantos lectores? Tal vez así su imaginación de aventura y de transgresión se desarrolla. Tal vez sus fantasías más ocultas emergen de estas lecturas… Al llevar la literatura a la luz, ésta, de alguna manera, les permite realizarse… virtualmente.

Tomemos por ejemplo Madame Bovary, una narrativa que se resume en una oración según su autor: «La historia de una joven cuyas reflexiones, un matrimonio insípido y el aburrimiento la conducen al adulterio.» El personaje de Emma, un ideal romántico, quiere conocer la pasión de vivir plenamente sus emociones. Ella es plenamente consciente de que su marido, Charles, personaje suave y hablador, no la podrá llevar a la satisfacción de todos sus sueños. Flaubert se ocupa de cuestiones que siguen siendo de actualidad, como la falta significativa de la comunicación en la pareja que, sorprendentemente, no se manifiesta por ninguna disputa o ningún conflicto declarado.

Es evidente que el deseo de devorar esta novela viene en parte de esa pasión clandestina y tan excitante que el autor nos brinda con un énfasis en la descripción de cada sentimiento, cada uno de los momentos vividos por su heroína a la que él se compara. De hecho, él también conoce la tristeza de vivir en el aburrimiento, no puede soportar la mediocridad y pasa su vida en busca de algo excepcional. De ahí su famosa frase: «Madame Bovary soy yo».

«Para los hombres, la infidelidad no es la inconstancia», «Sólo somos felices a través del amor», «Nos aburrimos de todo, mi ángel, es una ley de la naturaleza, no es mi culpa» son algunas de las citas de la obra maestra de Choderlos de Laclos: Las amistades peligrosas. Publicada en 1782, en su momento esta novela epistolar tiene un éxito inmediato vinculado con el escándalo provocado por su contenido. Se trata de la correspondencia de un grupo de personajes pertenecientes al medio ambiente aristocrático. Los personajes principales son el vizconde de Valmont y la marquesa de Merteui, libertinos, ex amantes, que luchan con toda una estrategia de seducción.

El diablo en el cuerpo de Raymond Radiguet es una novela de 1923 que también causó gran escándalo con su lanzamiento. La historia es sobre un joven de dieciséis años (el narrador), que en 1918 va a conocer el amor con una mujer mayor que él y casada con un soldado que arriesga su vida todos los días en el frente. Marta, la joven infiel muere dejando detrás de ella un niño que es hijo del narrador. El marido de esta, Jacques, sin conocer la infidelidad de su esposa, lo crió como su propio hijo. Una novela de iniciación, que nos lleva a preguntarnos acerca de las consecuencias de la infidelidad.

Pero entonces, ¿se interesaría el/la lector/a en estas historias si los personajes principales no hubieran sucumbido a la tentación? La verdad es que precisamente lo que nos fascina a la mayoría es la valentía y la libertad de los protagonistas de vivir una vida llena de deseos, pasiones, aventuras y emociones intensas. Se les admira por la forma en que no se conforman con una vida mediocre, un día a día insatisfactorio y de querer más para sí mismos. Esta transgresión imaginaria permite un escape total en la lectura, y al igual que muchos autores se han reconocido en sus obras, muchos Gleedenianos pueden igualmente identificarse.